Un gran fresco cinematográfico para retratar la Francia profunda en la Mostra
Un gran fresco cinematográfico de la Francia profunda y en crisis describen los hermanos Zoran y Ludovic Boukherma en “Leurs enfants après eux”, presentada en competición este sábado en la Mostra.
La película narra la entrada en la edad adulta de un grupo de jóvenes, y sus difíciles relaciones con los padres, durante buena parte de la década de los años 1990, cuando los problemas de la integración de inmigrantes, la desindustrialización y el desempleo ya iban royendo la armonía social del país.
La película es fiel a una novela de Nicolas Mathieu que ganó el premio Goncourt en 2018, y que describe ante todo la historia de amor imposible entre un hijo de obrero y la hija de un notable.
La obra se convirtió en uno de los éxitos editoriales de los últimos años al retratar una Francia periférica a menudo olvidada, y a su juventud, que sueña con otro lugar, pero está condenada a repetir el camino de sus padres.
Una historia melancólica, con héroes de la clase obrera en los que se reconocieron los directores, dos hermanos gemelos de 32 años, que crecieron en el campo, en una familia humilde del suroeste de Francia.
El personaje principal, Anthony, lo interpreta Paul Kircher, de 22 años, una nueva promesa del cine francés que ya ha destacado en “Dialogando con la vida”, de Christophe Honoré, y “El reino animal”, galardonada con cinco premios César el año pasado.
La madre es interpretada por Ludivine Sagnier, la figura paterna, disuelta en el alcohol, el desempleo y la violencia, le toca a Gilles Lellouche.
La película, de 02H26, fue concebida originalmente como una serie, y conserva una construcción, al igual que el libro, en capítulos, como otros tantos veranos y desilusiones.
Los que tenían 15 años en la década de los 1990 se reconocerán con una banda sonora en la que desfilan Nirvana, Red Hot Chili o Francis Cabrel.
Es sobre este fondo sonoro que se construye la trayectoria de estos jóvenes, desde Steph, el amor inaccesible de Anthony, interpretado por Angelina Woreth, hasta Hacine, el ‘hermano-enemigo’ de la ciudad vecina, criado solo por su padre inmigrante de Marruecos, e interpretado por Sayyid El Alami.
La película, con una estética a veces americana, no oculta las fracturas francesas, pero también celebra sus momentos de comunión, como el verano de 1998, cuando Francia ganó el Mundial de fútbol.
“Estamos en una ciudad donde los altos hornos han cerrado y la clase obrera se ha desintegrado. Son un poco las bases de la Francia actual, con el ascenso de la extrema derecha y los franceses divididos entre franceses de origen, si es que eso tiene algún sentido, y franceses de origen inmigrante”, analiza para AFP Ludovic Boukherma.
“No se sale de la clase social y uno está asignado a su lugar, pero sin embargo en esas vidas hay felicidades al alcance de la mano, como los primeros amores”, continúa.
“La película es también una historia de clase, de cómo al crecer nos damos cuenta de la clase social a la que pertenecemos... No es nuestra generación, pero es un poco el entorno social en el que crecimos”, declara Zoran Boukherma, lanzado a la fama en Venecia con este cuarto largometraje co-dirigido entre hermanos.
El dúo se describe hoy en día con gusto como “transfugados de clase”, una expresión puesta de moda por autores como un tal... Nicolas Mathieu, quien se declaró el sábado “encantado” con el resultado.