París vuelve a vestirse de fiesta para recibir al Tour



Un año después de los Juegos Olímpicos, la presencia inédita en el Tour de la subida al barrio de Montmartre dota de mayor interés y espectacularidad a la 21ª y última etapa, el domingo por la tarde en París.
Los adoquines de la rue Lepic, el Moulin Rouge, Sacré-Coeur... Es difícil no entusiasmarse ante el paso del pelotón por esos enclaves emblemáticos que depararon varias de las imágenes más difundidas de los últimos Juegos Olímpicos.
Todo ello luego de un año de paréntesis después de que, por los preparativos para los Juegos, la carrera más prestigiosa del mundo terminase en Niza en 2024.
El director del Tour, Christian Prudhomme, reconoció haberse sentido "celoso" ante el espectáculo de aquel día delante de medio millón de personas, y comenzó a soñar aquella misma tarde con trasladar la idea a la 'Grande Boucle'.
Aunque el camino no fue fácil, desde un primer veto por parte de la prefectura de policía al impulso decisivo por parte del presidente galo Emmanuel Macron, "lo imposible se hizo posible".
El pelotón del Tour pasará así por primera vez en su historia por Montmartre, antes de la tradicional llegada a meta en los Campeos Elíseos.
A falta de suspense por la clasificación general, donde Tadej Pogacar, con una ventaja superior a los cuatro minutos, puede disfrutar del paseo por París camino de su cuarto Tour, la capital francesa se dispone a sumergirse en la nostalgia al revivir el recorrido de la cita olímpica.
- Pocas opciones para esprínteres -
Pero la iniciativa cambia por completo la fisonomía deportiva de esta última etapa, convertida habitualmente en un desfile en el que los corredores brindaban con champán antes de que los velocistas afilaran armas durante las ocho vueltas a los Campos Elíseos.
En esta ocasión, los corredores sólo darán tres vueltas a la conocida avenida, antes de recorrer en tres ocasiones un circuito de 16,8 kilómetros pasando por Montmartre, cuya ascensión (1,1 km al 5,9 %) podría descartar a los velocistas para la victoria final.
Al tercer paso por la Butte Montmartre, quedarán por delante seis kilómetros hasta meta, lo que favorecerá los ataques y eliminará casi todas las opciones de una llegada masiva.
"Me duele mi corazón de esprínter", reconocía el antiguo velocista alemán Marcel Kittel ante esta ruptura de la tradición, que se produce en el 50º aniversario de la primera llegada en los Campos Elíseos.
Pero tampoco la nueva perspectiva apasiona a los corredores de la clasificación general. Remco Evenepoel, que se proclamó campeón olímpico en ese recorrido, fue el primero en denunciar "un estrés suplementario inútil".
- "A nadie le gusta" -
"Montmartre, estuvo muy bien durante los Juegos Olímpicos pero sólo quedaban 50 corredores en el pelotón. En el Tour de Francia, seremos 150 para posicionarnos en una subida muy estrecha", explicó Jonas Vingegaard.
Pogacar, en cambio, no ve "demasiada diferencia a nivel personal".
"Está claro que eso dará un poco de estrés", reconoce el arquitecto del Tour Thierry Gouvenou, pero relativiza.
"En los Juegos Olímpicos los corredores zigzagueaban por callejuelas en bajada, mientras que ahora vamos a pasar por arterias mucho más anchas. La subida de la rue Lepic es estrecha, por supuesto. Pero los sectores de pavés de la París-Roubaix no son más amplios".
Matteo Jorgenson, lugarteniente de Vingegaard, también lamenta que los corredores, extenuados en su mayoría, no puedan disfrutar de una última etapa tranquila y celebrar su llegada a París.
La salida neutralizada será en Mantes-la-Ville en 14h10 GMT (la real a las 14h25 GMT), y la llegada en los Campos Elíseos a las 17h35 GMT (horario calculado a una media de 41 km/h).