Opinión

Alfredo A. Arango: Psicópatas y sociópatas

03 de diciembre de 2020

La maldad, la destructividad, el hacer daño a otros, sin conocer la compasión, o sentir el más ínfimo sentimiento de culpa, es el perfil del ser humano, que es un Psicópata.  

Estos nacen, así, heredan de algún antepasado perverso la personalidad desviada, para  hacer el mal, y la curiosa sensación de no sentir el menor remordimiento.

Desde  muy pequeño, es capaz de actos muy crueles con los animales domésticos, o salvajes; con los compañeritos de juego, incluso con sus propia familia, progenitores, abuelos y familiares. 

Los Sociópatas, son un producto de la sociedad, su capacidad para hacer el mal, ausencia total de remordimientos y conductas dañinas para otros; son aprendidas durante su crecimiento.

Puede ser por un familiar que imite, por amigos, malvados, que frecuenta o porque ha visto cometer canalladas, y ver que “el grupo” que lo rodea, las acepta sin el menor malestar, aceptando que se haga  lo que se tiene que hacer, por mucho que sufran los otros.  ¡El destino de ambos es la cárcel! ¡Su conducta es aprendida!

Ambas caracteologías o personalidades, aprenden de otros y como una enfermedad mortal, se va propagando en todo el cuerpo; sobre todo, endureciendo el corazón y afilando las garras.

No necesitan ser agresivos físicamente, pero mentalmente, son los fríos campeones de los fraudes, de los robos silenciosos, de los sobreprecios y de los encubrimientos, en los graves escándalos que agobian al mundo entero.

Muchas personas me preguntan que si ser político es sinónimo de ser una persona sin principios, que robe, infle precios, archive los casos de fraude y extorsión;  que utilice su puesto para enriquecerse, sin el menor dolor ni compasión, por tanta gente pobre.

Y mi respuesta es ¡No!  He tenido la fortuna de conocer políticos incapaces de robarse un centavo y sin ánimos de hacer negocios, peculados o maniobras, encubiertas para enriquecerse  ilícitamente.

Hay muchos nombres en nuestra historia patria. Sin embargo, en nuestro país, cada vez se percibe más el imperio de la sociopatía. Independientemente del Covid ; en las primeras planas de los periódicos, se publican las farsas de ciertos organismos, las decisiones para ganar comisiones y dinero encubierto de  otros y la forma tan vil, como se dejan prescribir casos de fraudes, por varios decenios.

Mientras que allá en las Comarcas, y los barrios populosos de Panamá y Colón, el pueblo pasa momentos de verdadera desesperación, porque el dinero y los alimentos que se comparten, (por supuesto de corazón, por muchos), son malbaratados y desaparecidos los por  Sociópatas de corazón frío.

Un ejemplo es que  todavía se va a volver a juzgar a ese individuo que asesinó a 4 o 5 adolescentes, se fugó, lo recuperaron y todavía hay abogados que afirman  que “es inocente”. Sociopatía, un mal que azota nuestra sociedad.

 

 Alfredo A. Arango
Psicólogo, Docente y Escritor
[email protected]

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