El Espíritu de la Navidad
Quién en su niñez no conoció ese poemita ingenuo: “Los tres Reyes Magos, vienen calladitos, a poner juguetes, en los zapatitos. Uno es alto y flaco, el otro barrigón y el otro es un negrito de lo más picarón; vienen en camellos, a pasito a paso, a traer regalos al Niño Dios” Desde Oriente, supieron que nacería alguien muy importante.
La gran fiesta de la religión cristiana, el Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, que desde el lugar en que escogió nacer: Un pesebre humilde y pobre, donde habitaban una mula y un buey; mostró sus valores hacia la sobriedad, la pobreza y lo cotidiano.
Desde ahí Jesucristo Rey del Mundo, mostró la sencillez de su doctrina para todos y los valores que pregona. Desde entonces, en tantas iglesias y tantos hogares, se construyen nacimientos, realizados, rudimentariamente, por las mismas personas cada año, con papel que semeja rocas o ladrillos, cielos pintados a mano, techo y cuna de paja y acompañados por un burro y un buey. Puros elementos sencillos, nada de lujos para el Rey de Reyes.
Las figuras de vidrio, porcelana o barro son muestra de que Jesús vino al mundo, para demostrar que todos, ricos y pobres, son discípulos de Dios, porque es el hijo de María, “la Esclava del Señor”, mujer llena de pureza y José el Carpintero humilde y limpio de corazón.
En la mayoría de las casas de los cristianos hay nacimientos, de todos los tamaños. Alrededor de los cuales, las familias se reúnen a cantar hermosos villancicos (canciones alusivas al nacimiento del hijo de Dios): “Venid Pastorcillos, venid a adorar al Rey de los Cielos, que ha nacido ya, hermosas ofrendas , podemos obviar, que el niño prefiere la fe y la verdad”.
En el norte de Europa, la tradición, adquirió nuevos relieves con la aparición del personaje Santa Claus, en el la era Medieval, por los nevados y fríos inviernos (asumo), donde las casas en su gran mayoría tienen chimeneas, para calentarlas en sus interiores. Y esta figura mítica se popularizó, entrando por ellas, después de viajar en un trineo halado por renos voladores, con su copiosa barba blanca y rojo vestuario.
El asunto, es que el Espíritu Navideño, impulsa la afectividad, los intercambios de regalos, las cenas familiares muy especiales, (jamón, pavo, tamales, etc), en todo el mundo, y nos recuerda la importancia de hacer el bien, de llevarnos armoniosamente.
El Nacimiento de Jesús, en un humilde pesebre de Belén y la visita de los tres reyes Magos, que fueron guiados por una estrella, para llevar regalos, trascendió en la costumbre mundial de intercambiar regalos y de que los niños, pidan sus juguetes con cartas “al niño Dios”.
Actualmente se cantan, miles de villancicos (canciones navideñas), creando ese bello y único espíritu de la Navidad (sobre todo en los países cristianos) se regalan pasteles, juguetes (a los niños), toda clase de golosinas y una gran Cena Navideña. Me despido con uno que hubiera sido interesante y profético, “Señores reyes magos, sigan la estrella Polar y no olviden llevarle al niño un buen Celular” Jo, Jo, Jo, Jo, Jo. Les deseo un próspero año nuevo.
Alfredo A. Arango
Psicólogo, Docente y Escritor
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