Opinión

S.O.S a los árboles que fenecen

15 de junio de 2021

Cada vez que leo las evocaciones del maestro James Aparicio sobre sus vivencias en nuestro Chiriquí querido, automáticamente mi mente viaja a San Mateo de David en donde desarrollé  parte de mi niñez.

Recuerdo por ejemplo, que los árboles frutales llenaban todo nuestro entorno y que dirigirnos a la quebrada en donde la bisabuela Leonarda dejaba como nueva la ropa sucia, significaba  mover las mandíbulas sin parar, con una variedad de frutas de deleitosos sabores a lo largo del camino. 

Inserto en los recuerdos, salen a relucir las Cañafìstulas, los Jovitos corraleros y las Guayabas criollas sumando a esta lista y desde otros rincones del país, los Madroños,  las palmas de Corozo y otros que con el tiempo y la desidia, han desaparecido.

Muchos especialmente los capitalinos, desconocen hasta hoy o por siempre, el agradable sabor de frutos como el Icaco por ejemplo.

En verdad me motivaría en grado sumo,  enterarme  de que algunos de los centros dedicados a la conservación de nuestros recursos investigaran  las condiciones de frutales en decadencia y que les dedicaran tiempo y esfuerzo  a su fortalecimiento, reproducción y replantación en todo el país. 

No es raro pensar que así como se perdieron los juegos de antaño, de igual manera estamos perdiendo exquisitas variedades de frutas a las que nunca se les ha dado una acertada promoción.

Con el auge que se proyecta para las exportaciones quién quita y que con ello,  generemos nuevos rubros de emprendimiento sostenible. 

 

 

Marcos Wever Araúz
[email protected]
* El autor es periodista

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