Opinión

¿Por qué perdemos tiempo en tonterías?

01 de agosto de 2021

Durante los años 60, cuando se publicaban noticias que afectaban el pudor o ruborizaban,el hecho era considerado grave afectación a la moral. Los periodistas eramos cautelosos con la reputación de las personas, a tal extremo, que causaba temor publicar algo que constituyera agravio a la honorabilidad. Eran épocas donde la oferta sexual publicitada era tabú y la brujería afrenta a las creencias religiosas.

Con el despliegue que la situación ameritaba, se publicaban  fotos de santos, cuyos días festivos proliferan en el calendario religioso. Con el transcurrir del tiempo algo sucedió; la devoción religiosa se marchitó. Avisos tendientes a resaltar asuntos  cristianos, fueron arrinconados para dar paso a promociones de placeres y supercherías.

Hoy, por ejemplo, una “fulita rica pervesa ardiente” ofrece – a cambio de dinero – “un verdadero placer erótico”. Otra promueve sus encantos aduciendo ser “blanquita, nalgona”, “oral deliciosa”, “buen servicio”, full higiene”. Varían las ofertas sexuales que, hasta travestis, ofrecen sus servicios.

Por otro lado, hay curanderos que  aseguran tener poderes “ilimitados” para “endulzar y atar por medio de conjuro amanzador”.  O aseguran  tener dotes para “amarrar, doblegar y someter sexualmente” a quien sea “no importa sexo o  condición social”, y alegan tener nutrientes para  resucitar, en los hombres, erecciones adomerciadas por la edad y curar enfermedades sentimentales o físicas que amenazan con arrastrar al afectado hacia la sepultura, antesala de las “llamas eternas de infierno”.

¿Por qué si hay mujeres sofocando ardores amorosas y curanderos extirpando maledicencias románticas o enfermedades contagiosas, perdemos tiempo en pendejadas como mascarillas, pantalla facial y cuarentenas que nos prohiben “parrandia” ,“chupá y bailá”?
* Periodista.

 

Emilio Sinclair
[email protected]
 

TE PUEDE INTERESAR