Opinión

Una China, dos sistemas

10 de agosto de 2022

El recrudecimiento de las hostilidades del gobierno de Xi Ping y por la visita de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos a Taiwán nos lleva a trazar un breve bosquejo de las relaciones entre Estados Unidos y China 

Popular. 
La memoria histórica reconoce varias fases: la revolución comunista de 1949; el entendimiento entre Mao y Chiang Kai- shek para luchar contra la ocupación japonesa y la firma del tratado de amistad y alianza en 1945, pronto anulado; la fundación de Taiwán en la isla de Formosa por el régimen anticomunista pro norteamericano; la Resolución de Formosa que en 1955 otorgó al gobierno de Estados Unidos la defensa militar de la isla.

El viaje de Richard Nixon a China descongeló la guerra fría con la histórica entrevista de Mao, cuando las relaciones con la Unión Soviética de Stalin estaban en una aguda crisis. Henry Kissinger relata en sus memorias los detalles de su viaje secreto a China con dos objetivos principales: ampliar la cuña abierta entre chinos y rusos y disminuir la ayuda china a Vietnam.  

En ese lapso de entendimiento, se produjo el boom de Taiwán por las exportaciones de 1960 y 1970 gracias a la apertura del comercio exterior impulsado por la industrialización de alto contenido tecnológico, mientras China acusaba uno de los niveles económicos más bajos como resultado de la centralización estatista comunista.

Fue en esa coyuntura que insurgió la reforma económica de Deng Tsiao Peng tras la muerte de Mao y la eliminación política de la llamada Banda de los Cuatro capitaneada por la viuda del anciano estadista. Deng resumió la dimensión de la reforma cuando dijo que el socialismo chino debía producir la prosperidad del pueblo chino y no la pobreza.

A partir de entonces cambió la historia de la larga marcha de 9 mil kilómetros hasta Pekín de la revolución comunista y empezó la nueva revolución de la apertura económica, que sitúa a China en los primeros rangos del desarrollo. Yo viajé dos veces tanto a Taiwán como a Pekín, Shanghái, y otras provincias como asesor de relaciones internacionales del gobierno peruano y luego el gobierno panameño y comprobé in situ el espectacular desarrollo económico.

Inversionistas privados de Taiwán contribuían al apogeo chino, al igual que corporaciones capitalistas norteamericanas establecidas en las zonas libres territoriales chinas, con las garantías de bajos aranceles y la ausencia de huelgas, paros, paralizaciones productivas de cualquier índole. 

¿Qué ha alterado el statu quo sino- norteamericano? Se especula que se quiere convertir a Taiwán en la Ucrania del Asia. Otros expresan que el viaje de Pelosi obedece a la reanudación de la vigencia de la Resolución de Formosa sobre la defensa militar de Taiwán. ¿Acaso se requiere la recuperación de la diplomacia republicana Nixon- Kissinger para enfriar las suspicacias introducidas por el expansionismo territorial de Vladimir Putin?

La República de China Popular se ha expandido por América Latina y África como inversionista en minería, pesca, agricultura etc., completamente divorciada del militarismo genocida ruso, destructor de viviendas sociales donde residen millares de familias ucranianas. Contrario a esto, el canal de Panamá es el símbolo de la neutralidad de la república en el servicio del tránsito naviero pacífico de mercancías, al margen de conflictos bélicos.  *Abogado. 

Mario Castro Arenas 
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