Opinión

A pocas horas del Año Nuevo...

31 de diciembre de 2024

Diciembre se asocia fácilmente con el consumo, los regalos, bacanales de comida, bebidas y el brillo de las ciudades...Pero existe otra cara de la moneda: cientos de miles de personas que, pese al entusiasmo de estas fiestas, nunca descubren la magia o el propósito de éstas. Por muchas partes se observan niños y familias enteras que sólo pueden mirar de lejos el espectáculo, para volver a sus camas mustias y frías.

Se anuncia una “época de paz y amor”, pero sólo vemos comercios que pregonan navidades blancas ajenas a nuestra idiosincrasia panameña y latina. Se nos satura de imágenes idílicas que en nada consideran el hecho de que el niño Dios vino a este mundo a redimir a los desventurados y a satisfacer los reclamos nunca satisfechos de la hermandad, la paz , la justicia y el amor al prójimo.

El niño Dios ya ha dejado de estar en el pesebre, es más, hasta el “Jo, Jo, Jo” de un tal Santa ya comienza a sonar hueco y degradante. Hasta se le dibuja sin ropa, sin sacos y sin trineo.

Lastimosamente, lo que la sociedad ya está reflejando es preocupante y debiera mover a serías reflexiones sobre el sentido de estas fiestas. Ya ni siquiera se disimula el doble discurso, la hipocresía, el egoísmo, la avaricia o las intenciones de fraude...amén de las diversas formas de descomposición social que vienen a agregarse a estas cenas de fin año ya contaminadas de violencia doméstica, asesinatos, fornicaciones o berrinches de chiquillos. Además, en los contextos externos parecen prevalecer los tambores de guerra, el genocidio y el deterioro ambiental.

Se palpa o se respira un clima de agresividad en la población. La misma familia está sobreviviendo a duras penas a estos contextos violentos agravados por las nuevas expresiones de un mundo tecnológico grotesco que ya se vislumbra frío, lúgubre y aterrador.

No obstante, no todo está perdido...A sólo unas horas de terminar el año, el calor del pesebre todavía se mantiene cálido con la esperanza de un nuevo año de mejores oportunidades y así poder volver a recordar, con firmeza y alegría, la canción que para esta época nos llenaba de alegría y que se convirtió en un himno obligatorio de

optimismo...“yo no olvido el año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas...”

Licenciada en Turismo y escritora

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