Opinión

Dr. Hugo Spadafora: ¡Su último combate! La dolorosa noticia y mi actuación

01 de agosto de 2019

A todo ello le agregaron el condimento vengativo de despojarme de mis derechos económicos inalienables, luego de 26 años de servicios continuos.

Luego de algo más de 26 años de servicios, iniciados como Sub Teniente, con una beca concedida por el gobierno peruano en dos planteles militares, ingresando como Oficial a inicios de los años sesenta. Esos atropellos contaron lamentablemente con el silencio de los Jefes y Oficiales de entonces- aun de los que luego se levantaron- que prefirieron declararme “traidor”; aunque luego dos docenas de ellos quisieron imitarme.

Echando el reloj hacia atrás, en septiembre de 1985, cuando ejecutan arteramente la muerte de Hugo Spadafora, ni quién fungía como Presidente, Nicolás Barletta, ni toda la oposición vestida de guerra, y menos los Jefes u Oficiales militares, podían siquiera hacerle un rasguño a Noriega. Yo tampoco; era inamovible Lleno de armas, de la sumisión de todas las autoridades y con apoyo total del gobierno estadounidense, ¿quién podía sacarlo?...

El propio Director poderoso de la CIA, Bill Cassey, fue su gran amigo y padrino. Sin embargo, sabiendo bien tal cosa- impactado por el crimen de Hugo- hice un amago de armarle un Golpe Interno, mientras se encontraba en París.

Nicky Barletta, al cual desde 29 años atrás he publicado que “es cierto que le torcí el brazo para que renunciara” nunca ha comprendido que elegí entre su salida- para crear una conmoción mediática- que mi expulsión de la institución militar.

Él no podía investigar a Noriega por el crimen de Spadafora- lo que anunció con bombos y platillos- (“que crearía una comisión independiente”) ¿Para qué?; ¿Ante qué autoridad judicial?; ¿Qué podía lograr tal comisión sin ningún poder real? Le habría sucedido en caso de empeñarse en tal odisea lo mismo que más tarde a su sucesor, Tuturo Del Valle, cuando luego de destituir por video a Noriega como Comandante, uno de los miembros del Estado Mayor, Macías, gritó a todo viento: “El que se va es él”; un rato más tarde Noriega se acostaría con botas y todo en la cama presidencial, con sábanas de hilo italiano. “Si Bush conmigo, ¿quién contra mí?” Del Valle se esfumó; se fue a refugiar en la Zona del Canal, donde “los que mandaban”…

Mi intento frustrado de sacar a Noriega en septiembre/85: Noriega captó rápidamente que intenté un golpe en su contra mientras estaba en Francia en esos días paralelos al asesinato de Hugo; sin pruebas concretas, optó por dejarme adentro, buscando como embarrarme luego de alguna manera en un acto criminal y silenciarme. Me echó a un lado; pero full ocupado en coordinar el trasiego de cocaína y haciendo cuentas de las ganancias, me necesitaba mucho en la coordinación política del PRD.

Era mi fuerte y lo hice. Los directivos de ese Partido, irritados contra Barletta, que llegó a la presidencia con credenciales prestadas en su batalla pírrica contra el gran caudillo Arnulfo Arias- a quién solo habría vencido en urnas Omar Torrijos, que jamás lo quiso realmente- se plegaron férreamente a Del Valle, buscando cambiar la exclusión de sus cuadros, ya que Nicky gobernó más con técnicos liberales amigos suyos y no los tomó en cuenta.

Saborearon entonces brevemente las mieles del poder. Esa luna de miel terminó pronto con las explosiones de calles luego de nuestras denuncias y luego de nuestro arresto, la amargura de la que era su esposa, Mariela Díaz, por las críticas agrias de sus amigas aristócratas del Club Unión, hicieron que el industrial llevado por una Lotería al Palacio, creyera que podía sacar a Noriega de la Comandancia.

La mujer de Del Valle lo convenció de no salpicarse demasiado del uniforme ya tan desprestigiado. Refugiados en la Zona del Canal, Delvalle y algunos íntimos se van a Washington donde la Casa Blanca le entrega fondos del presupuesto panameño, que gastaron copiosamente, sin ningún control oficial, y sin registro legal hasta esta fecha.

En comunicado oficial, el gobierno estadounidense apoyó el plan de Del Valle de deshacerse de Noriega. Éste lo hizo, solo a control remoto y se mudó a la capital norteamericana con una corte íntima que la administración gringa financió totalmente… Las noticias decían: ¡En un comunicado hecho público esta madrugada, la Administración del presidente Ronald Reagan señala que ésta es "una oportunidad" para que se "encauce" la crisis panameña. "Hay sólo una autoridad legítima" en el país, "el pueblo, que tiene el derecho a vivir en una nueva democracia"


Bush, el poder real desde su vicepresidencia, jamás quiso abandonar a su aliado de la cocaína. Noriega, desconfiado, no se dejó ayudar en absoluto cuando solo se le exigía renunciar e irse, permitiendo un relevo militar; media docena de Mayores lo agarraron por la basta del pantalón: ¿Cómo te vas a ir y nos dejas con Arias Calderón y los enemigos?; además su clan del PRD no lo quiso soltar, ante el temor de perder sus cheques y algunos el temor de quedar entre rejas.

Los CEN finales del partido de Omar, que fueron haciéndolo añicos hasta hoy, tuvo gran parte de la responsabilidad de no atajar esa invasión cruel, hipócrita y de tantas secuelas. *Busque mañana la séptima entrega.

Roberto Díaz Herrera
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