Opinión

El poder de la información

13 de agosto de 2024

No hay un tema que me apasione más, que el de los consumidores y de todas las estrategias, derechos e información, que deben ser dotados para poder defender sus derechos. Recuerdo cuando por primera vez empecé a ver temas de consumidores. Me contrataron en la Comisión de Libre Competencia y Asuntos del Consumidor (CLICAC) como abogado porque se había implementado la Ley 29 de 1996, que creaba la nueva institución. Fue una gran experiencia que adqurí durante los 5 años que fui abogado institucional y asesor del Director General. Recordemos que la CLICAC estaba conformada por 3 Comisionados y un Director General. Los primeros estaban encargados de la parte de procesos de competencia y de protección al consumidor, y el segundo de la parte administrativa y de personal.

Lo cierto es que la Ley 29 no era una herramienta que pudiera resolver el problema de los consumidores, ya que en materia de protección al consumidor, no tenía la fuerza para hacer que un proveedor respetara o cumpliera honrrando las faltas o violaciones a los consumidores. El final fue que la CLICAC fue cerrada 10 años después de su creación y nace lo que hoy se conoce como La Autoridad de Protección al Consumidor y Defensa de la Competencia (ACODECO), en la cual me correspondió ser su primer Administrador.

Producto de la experiencia adquirida, conocía con claridad las falencias de la ley anterior y tenía en mi mente lo que consideraba que era la forma de dotar a los consumidores de protección y de que aprendieran a defenderse también por ellos mismos.

Comprendí inmediatamente que el alma de la institución era la materia de protección al consumidor y no de la de competencia. Que si bien es cierto que debemos velar por la competencia entre los proveedores, para que redunde en beneficios a los consumidores, a mi criterio, es de más importancia el apoyo o contacto directo con los consumidores. Es precisamente en este punto, en donde pensé que la forma era haciendo operativos de impacto que protegieran al consumidor de los abusos de los proveedores, como verificación de productos vencidos, sin precio a la vista, verificación de pesas o balanzas, publicidad, surtidores de combustibles, arroz, bloques, tamaño de los huevos, contenido neto y otros más, que les devolviera la credibilidad a los consumidores de la existencia de una institución que estaba dispuesta a pelear por sus derechos. Si bien, ese fue el primer paso, había que también dar los resultados de los hallazgos a la población para que de esa manera pudieran verificar bien cuando adquirían bienes o servicios.

Independientemente de lo anterior, no hubiéramos encontrado resultados exitosos, sino comprendíamos que el mejor camino a la defensa de los consumidores era la educación, la cual tenía que ser implementada a través de divulgación y orientación masiva en los medios. De esta etrategia nació el eslogan más reconocido y pegado de todos los tiempos, que es “Un consumidor informado tiene poder”. * Abogado y exadministrador de la ACODECO.

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