Opinión

El post mortem del Partido Baaz

11 de diciembre de 2024

El reciente colapso del régimen del dictador sirio Bashar Al-Assad acabó con el último bastión importante del Partido Baaz Árabe Socialista. Fundado en Siria en 1947 por el ideólogo panarabista y socialista Michel Aflaq, el Baaz promovía, en distintas latitudes, un secularismo nacionalista árabe con matices socialistas.

En aquella época, irrumpiría en el Medio Oriente, el movimiento panarabista bajo el liderazgo del egipcio Gamal Abdel Nasser y su rol en el conflicto por el control del antiguo mandato de Palestina.

Aflaq se uniría al proyecto nasserista, impulsando el proyecto de la República Árabe Unida, que fusionó en un solo Estado a Egipto y a Siria, experimento que duró de 1958 a 1961.

Dicho revés político acrecentó las diferencias entre Aflaq y la dirigencia del Baaz sirio, llevando al ideólogo a exiliarse en la vecina Irak, en donde también existía un partido Baaz iraquí al que se uniría.

Tanto Ahmed al-Bakr como Saddam Hussein utilizarían la presencia de Alfaq en Irak para deslegitimar a la rama siria del Baaz, calificándola como una desviación del verdadero baazismo.

Las diferencias entre el Baaz sirio e iraquí se harían más notables con la ascensión al poder de Hafez Al-Assad en Siria (1971) y de Saddam Hussein en Irak (1979, aunque fungía como vicepresidente desde 1968), y con la consecuente adopción de sus agendas expansionistas (en el Líbano y Kuwait respectivamente).

Por ejemplo, en la guerra civil del Líbano, Al-Assad y Hussein tomarían bandos distintos en cuanto a las facciones que reclamaban el puesto de primer ministro en ese país. Además, en los noventa, Al-Assad tomaría parte en la coalición internacional que expulsó a las fuerzas de Hussein de Kuwait.

Ambos dictadores también cultivarían las divisiones sectarias. En Siria, la minoría alauita, vinculada al chiismo, controlaba a una mayoría sunnita, mientras que, en Irak, la minoría sunnita gobernaba a una mayoría chiita. Tanto el Baaz sirio como el iraquí fueron claves en la consolidación de las dictaduras de estos países, promoviendo en ambos lugares un modelo de élites sectarias que dependían para su supervivencia de la continuidad de los regímenes dictatoriales.

En consecuencia, los partidos Baaz se convirtieron en un instrumento más para justificar el autoritarismo y las atrocidades de sus líderes. Luego de las guerras de 1948, 1956 y 1967, el ejercicio del poder a través de un secularismo autoritario, disfrazado de un panarabismo socialista, fue ganando cada vez más popularidad en la región.

Ambos dictadores aprovecharon este momento para ganar aún más legitimidad internacional, intentando también reivindicar la causa palestina. Igualmente, establecieron relaciones cercanas con la antigua Unión Soviética, particularmente en el ámbito militar. Además, Saddam Hussein fue, poco a poco, alejándose del secularismo, ejerciendo con el paso del tiempo un islamismo moderado.

El Baaz iraquí caería producto de la guerra de Irak de 2003. Luego de la promulgación de la orden de desbaazificación promovida por las fuerzas de ocupación estadounidenses, los antiguos miembros de la élite iraquí del Baaz, imposibilitados de tomar parte en el sector público, se radicalizaron y reorganizaron en milicias.

Veinte años después, colapsa el régimen de Bashar Al-Assad, hijo de Hafez, poniéndose fin a la hegemonía del Baaz sirio. La experiencia de Siria sumada a la de Irak, Egipto, Libia y Túnez indican que el panarabismo y el secularismo autoritario han menguado significativamente en su influencia.

Instituciones como el Baaz parecen ser, cada vez más, criaturas del pasado. Actualmente, el islamismo o islam político está en pleno auge en el Medio Oriente y el Norte de África, y actores como la Turquía de Erdogan tienen pretensiones de liderazgo.

El futuro de la región es, sin duda alguna, incierto, y la desaparición política del Baaz deja vacíos políticos que serán ocupados por otros actores.

* El autor es abogado y profesor de Derecho internacional.

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