La crisis que se avecina en San Miguelito
El distrito de San Miguelito es el segundo más poblado en nuestro país. Está habitado por casi 300 mil ciudadanos. Es una región multifacética, pues todos los niveles socioeconómicos están representados de manera fehaciente; solo basta trasladarse por el corredor sur, desde Tinajitas hacia el sector este, para observar la disimilitud de viviendas que van desde las villas miserias hasta mansiones que superan el medio millón de dólares cada una.
La municipalidad de San Miguelito es, sin ningún tipo de circunloquio, pobre. En sus terrenos existe poca actividad comercial o industrial. Por ello las recaudaciones provienen primordialmente de impuestos o tasas débiles como los letreros publicitarios y las matrículas vehiculares, entre otros. Las arcas han mejorado últimamente gracias a los fondos de la descentralización, que provienen exclusivamente del impuesto de bienes muebles.
San Miguelito, que creció de manera desordenada —caótica, más bien—, producto de esa migración interna (del campo a la metrópoli) iniciada con énfasis desde la década de los 60 del pasado siglo, enfrenta en la actualidad problemas de toda naturaleza, donde sobresalen la inseguridad pública, transporte ineficiente, suministro irregular de agua potable, y un larguísimo etcétera.
Sin embargo, hoy por hoy, el dolor de cabeza número uno en este anteriormente conocido “distrito especial” es la recolección de la basura. Y, por lo que se aprecia con toda claridad, este problema de disposición de desechos se exacerbará durante las venideras fiestas navideñas. Resulta que el contrato con Revisalud —la empresa que se encarga de recoger la basura en San Miguelito— concluirá a inicios del año 2026 (en enero para ser más precisos).
La actual alcaldesa, que se vendió como el non plus ultra durante las elecciones de mayo de 2024, ha resultado toda una decepción para la mayoría de sanmigueliteños, como yo. La joven burgomaestre solo habla del “mal servicio” de Revisalud, pero evade todo tema relacionado con la deuda millonaria, que ya supera los $40 millones. Es un secreto a voces que la administración municipal ha sido ineficiente—por decir lo menos— para cobrar la tasa correspondiente y transferirla luego a la empresa recolectora.
No tengo ninguna relación con Revisalud, pero, en aras de no perder mi objetividad, reconozco que esta empresa ha cumplido cabalmente con sus funciones, al menos en el área donde yo habito.
Ya se supo que fue todo un fracaso el reciente intento para adjudicar, mediante licitación pública, el contrato para la nueva empresa recolectora. ¿Qué implica esta situación? Que nuestro distrito enfrentará una crisis de salud como nunca antes vista. Y esa pretensión de que las nueve juntas comunales que integran el distrito de San Miguelito están preparadas para reemplazar a Revisalud, es un canto de sirena que, con toda sinceridad, nadie cree, pues aquellas son gobiernos locales que no están preparados ni para construir una cerca de alambre alrededor de un pequeño parque.
Corresponderá al presidente José Raúl Mulino ordenar el cheque millonario para cancelar la deuda con Revisalud, pues esta empresa, de seguro, demandará a la municipalidad de San Miguelito por incumplimiento de contrato. Que Dios nos reciba confesados.
* Presidente fundador del Colegio Nacional de Periodistas y docente universitario.