Opinión

La tragedia de los pobres continúa a través de la cruz de Cristo

Ariel Hughes Garrido

18 de abril de 2025

La cruz no ha sido bajada del monte. Sigue erguida en medio de los barrios olvidados, de las familias sin pan, de los cuerpos rotos por el trabajo, las violencias contra nuestros niños, y el abandono a los más necesitados. Cristo, en su pasión, asumió el dolor del mundo, pero especialmente el de los pobres, los marginados, los excluidos.

Hoy, esa cruz no es símbolo del pasado. Es realidad presente: está en la madre que no tiene cómo alimentar a su hijo, en el joven que camina kilómetros para estudiar, en el anciano que muere solo. La tragedia de los pobres no cesó en el Calvario; se prolonga en cada acto de injusticia.

Pero no es solo dolor, en esa cruz que nos mantiene vivos, también arde una esperanza: la promesa de que Dios no abandona, está del lado de los justos, de que la resurrección brota del sufrimiento. Cristo no bajará de la cruz hasta que los pobres bajen con el.

El regreso de Cristo no es un acto material es más profundo, es el amor por la familia, vuelve en el gesto de misericordia en el oprimido, Cristo regresa cuando se perdona al enemigo, cuando se elige la verdad en vez del poder, cuando se ama sin medida, porque su reino no es de este mundo, pero nace dentro de los corazones que aman.

*Ciudadano.

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