Opinión

¿Para el cielo y llorando?

01 de agosto de 2019

Aquilino Ortega Luna

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Sin temor a equivocarme, el ministro de la Presidencia, Alvaro Alemán, al igual que otros ministros, viven en “el país de las maravillas”, mientras los panameños sufren por la falta de agua potable, el transporte y, particularmente, por la comida cara. Me asusto, al escuchar a Alemán decir con aparente “orgullo” en un medio local, que los panameños “vamos para cielo y vamos llorando”, como si aquí todo está bien y el panameño no tiene problemas.
Alemán se olvida de los panameños que a diario hacen un esfuerzo sobrenatural para ir a sus trabajos, por el deficiente transporte en la capital y de los otros tantos nacionales que protestan por el mal servicio de salud, la falta de medicamentos y de educadores. También olvida, que si bien en los últimos años la economía del país creció, también se experimenta un incremento de la pobreza y de los pobres.
Aunque el gobierno quiera ocultarlo, en el último año, aumentó el desempleo por los despidos, tanto en el sector público como privado, aunado a la paralización de la industria de la construcción y la baja en las ventas en el comercio. Las medidas económicas aplicadas por el gobierno, como el “control de precios”, han sido un fracaso. Estas se aplicaron mirando la realidad del país desde únicamente dos puntos de vista: el del gobierno y el de los poderosos sectores económicos que dirigen a “control remoto”, a los que gobiernan.
El ministro olvida que muchos panameños se acuestan sin comer o se alimentan una vez al día, producto de promesas de campaña incumplidas, provocando que la pobreza y el desempleo se tomen las calles. El gobierno, pese al poder que posee para resolver los problemas sociales de los que menos tienen, dedica sus esfuerzos a perseguir a sus adversarios políticos.
Se olvidó de la gente que reclama que les construyan viviendas, que mejore el transporte, la educación, se generen empleos y que baje el costo de los alimentos. El gobierno de turno, antes de asumir el poder, generó la ilusión de que con la salida de Ricardo Martinelli, el oscurantismo de la corrupción acabaría y que llovería la inversión extranjera. Una mentira.
Pocos panameños que llegarán al cielo, mientras el gobierno no implemente un plan estratégico, “más desarrollista que neoliberal”, que incentive la inversión extranjera, con la finalidad de contrarrestar la pobreza y el desempleo.

*El autor es periodista.

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