Entre sufrimiento y esperanza, "la otra carrera" de los amateurs del Ultra-Trail del Mont Blanc


En la zona de reavituallamiento del lago Combal, 70 km después de la salida, los participantes amateurs en el Ultra-Trail del Mont Blanc (UTMB) llevan los estigmas de una noche dantesca marcada por la lluvia, el frío y las caídas.
"Volvemos del infierno", dice aún de madrugada a la AFP Loïc Muller, de 34 años, quien participa por primera vez en esta carrera, considerada la más importante en el mundo del trail o pruebas de montaña.
"En el puerto del Bonhomme hubo lluvia, nieve, barro; todos nos hemos caído al menos una vez", añade con el rostro enrojecido por las temperaturas negativas de la noche.
Después de tomar un té y pasar unos minutos sentado en un banco de madera recuperándose, este apasionado del trail originario de Orange (sudeste de Francia) pudo apagar al fin su lámpara frontal, quitarse el chubasquero y dirigirse hacia el valle de Aosta cuando comenzaba a amanecer.
Le quedan 100 km por recorrer y, si no abandona, una segunda noche por superar.
Bajo la carpa del punto de abastecimiento, Muller no es el único que hace muecas al reanudar la marcha. Ese espacio está lleno de participantes... siete horas después de que por allí pasaran los corredores de élite que aspiran a la prestigiosa victoria.
- Lucha contra el clima y contra el crono -
Un grupo de voluntarios distribuye bebidas calientes, frutas, sopas y galletas secas a los corredores agotados.
"Fue terrible, ya me he caído cinco veces", lamenta María Vallejo, una ecuatoriana de unos treinta años que participa con su esposo.
Su chaqueta amarilla está medio mojada, su pantalón cubierto de barro. Calienta sus dedos apretando firmemente su vaso de café: "Mentalmente es difícil porque sentimos que el límite horario se acerca", confiesa casi desanimada.
Como todos los competidores, tiene hasta el domingo a las 16h30 (local) para cruzar la línea de meta. De lo contrario, quedará descalificada, pese al esfuerzo.
"No sé si lo lograré... espero que sí. Mi esposo ha participado en esta carrera durante tres años y nunca fue tan duro", comenta en el momento en el que, a pocos metros de distancia, una de sus competidoras es evacuada por los equipos de rescate italianos debido a una hipotermia.
Las difíciles condiciones del recorrido, con temperaturas que llegan hasta los -7 °C, llevaron a los organizadores a acortar ligeramente el trazado poco antes del lago Combal.
- "No es el mismo mundo" -
"Aun así es duro. En las subidas se acumula el barro en las zapatillas, lo que aumenta el peso; en las bajadas ves caídas por todas partes", recuerda Thibault Noailles, quien ya completó la prueba el año pasado.
"Para nosotros, la carrera empieza realmente en Courmayeur (20 km más adelante). Ni siquiera sé qué ocurre adelante. Hay dos carreras en el UTMB, no es el mismo mundo", opina.
Los más rápidos tardan alrededor de 20 horas en completar el circuito. Pero de los 2.300 inscritos, apenas un centenar pasarán solo una noche en la montaña.
La segunda noche debería ser un poco más benigna, según las previsiones. En la pasada edición, con un clima mucho más favorable, un millar de corredores abandonaron y no completaron esta durísima prueba.