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La Republika Srpska, tierra serbia en la que Mladic sigue siendo héroe

01 de agosto de 2019

Bozanovici (Bosnia-Herzegovina) (AFP) - '¡Nunca dañé a nadie! ¡Él, tampoco!', dice Dusko Mladic mostrando el retrato de su primo Ratko, que el 22 de noviembre en La Haya sabrá si es condenado por crímenes de lesa humanidad.

Sin esperar el veredicto del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), Ratko Mladic es conocido en Occidente como el 'carnicero de los Balcanes', responsable del sitio de Sarajevo y de la masacre de Srebrenica cometida por las fuerzas serbias durante el conflicto intercomunitario de 1992-1995 (100.000 muertos, 2,2 millones de desplazados).

En su casa, en la República Srpska, entidad de un millón de serbios en Bosnia, 'seguirá siendo un héroe, independientemente de todo', predice Momcilo Krajisnik, de 72 años, expresidente del parlamento de los serbios de Bosnia.

Krajisnik fue condenado en La Haya a 20 años de prisión y a su liberación en 2013 fue recibido triunfalmente en Pale, exfeudo de Radovan Karadzic.

Las miles de piedras blancas del memorial de Srebrenica no estremecen a Mladen Grujicic, alcalde serbio de la ciudad mártir. La cifra de muertos 'inscrita en la placa no es exacta' y Mladic 'personalmente no cometió ningún crimen', afirma el alcalde, que relevó en el ayuntamiento a un bosnio el año pasado.

En julio de 1995, durante tres días, unos 8.000 hombres y adolescentes musulmanes fueron asesinados por las fuerzas serbias que habían tomado el enclave musulmán en Bosnia oriental.

- 'Calle General Mladic' -

Dusko Mladic, jubilado y excombatiente, vive en Bozanovici (este), de donde viene toda su familia, enfrente de la casa en donde nació, así como su primo.

Un cartel en esta arteria peatonal que atraviesa el pueblito de montaña se lee: 'Calle General Mladic'.

Dusko evoca a su 'ídolo' de infancia, que trabajaba en el campo cuando estaba de permiso o le armaba una pistola con dos palos. El retrato de su primo está incluso en su botella de 'rakija', su aguardiente casero.

'Si nos ponemos del lado de la justicia, de la verdad, de Dios, debería ser absuelto', dice.

Más allá del entorno familiar se comparte esta opinión. 'Cada habitante de Republika Srpska recibiría con alegría una absolución', asegura Janko Seslija, de 57 años, presidente de los excombatientes de la unidad comando paramilitar de Pale los 'Lobos blancos' ('Beli vukovi').

En esta ciudad repleta de monumentos a excombatientes y donde se instalaron muchos serbios que dejaron Sarajevo, a unos 15 kilómetros al sur, el aura de Mladic está intacta.

'Habrá que esperar mucho para tener otro hombre así', 'un gran patriota', dice Jelena Sekara, enfermera de unos cincuenta años.

'El general es un héroe', insiste Ljubomir Cvoro, de 28 años, desempleado.

'La mayoría de mis colegas comandantes terminaron en prisión', 'fui interrogado por la justicia bosnia', pero 'nadie me ordenó jamás cometer crímenes, no los vi y no escuché a Mladic ordenarlos', afirma un exoficial superior que combatió bajo su mando, Mile Kosoric, de 64 años.

'Sólo creo que si no nos hubiésemos defendido, ya no existiríamos', continúa el exmilitar yugoslavo, retirado en Han Pijesak, bastión nacionalista serbio en donde Ratko Mladic había instalado su cuartel general en medio de un bosque de pinos.

- Las 'tres verdades' -

En la oficina de su estación de servicio de las afueras de Pale, Momcilo Krajisnik colgó una condecoración otorgada por el actual jefe político de los serbios de Bosnia, Milorad Dodik: 'En todas partes la verdad es única, salvo en Bosnia-Herzegovina. Aquí, hay tres verdades', las de los serbios, los croatas y los bosnios.

'Para los serbios, el tribunal fue creado para juzgar a los serbios', 'condenados por hechos por los que los otros no son ni siquiera inculpados', explica.

En Republika Srpska, la reciente absolución del comandante bosnio de Srebrenica, Naser Oric, cae mal.

'Es el veredicto más vergonzoso de la historia', denuncia Mladen Grujicic, para quien la justicia internacional y la bosnia continúa 'designando al pueblo serbio como genocida'. Si Oric hubiese sido 'condenado, esta imagen habría cambiado', opina.

Este tribunal no creó 'las condiciones para pasar página', estima el presidente de la asociación de excombatientes de Pale, Mihailo Paradjina, de 63 años.

En su estación de servicio, Krajisnik vaticina que 'el odio que nació' en los años 1990 'será difícilmente desarraigado'.

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