Venezuela post elecciones 2024
El desenlace de los comicios venezolanos del 28 de julio de 2024 fue todo menos una sorpresa. Luego de una jornada cívica ejemplar en las que el pueblo venezolano salió a votar de forma masiva, las campañas presidenciales de Nicolás Maduro y Edmundo Gonzalez se atribuyeron el triunfo.
Posteriormente, el Consejo Nacional Electoral declaró ganador a Maduro, sin mostrar las actas del escrutinio, configurándose el pronosticado fraude electoral.
Es imposible ignorar los paralelismos entre estas elecciones y las que se “celebran” periódicamente en la Federación de Rusia, con la inhabilitación de candidatos y la parcialización de los árbitros.
Tampoco es posible desconocer que estos comicios son la conclusión de un esfuerzo sostenido del régimen de Maduro por sustraer a Venezuela de las normas comunitarias de gobernanza democrática que rigen en las Américas.
Ahora, el régimen de Maduro pretende ignorar los llamados de la comunidad internacional a respetar la voluntad popular y en favor de una veeduría internacional de los comicios.
Desde el retiro de Venezuela de la Organización de Estados Americanos en 2019, los mecanismos regionales para la preservación de la democracia y el respeto derechos humanos en el país se han reducido significativamente.
Aquel retiro supone, por ejemplo, que la máxima sanción contenida en la Carta Democrática Interamericana ante el quebrantamiento del orden democrático en un Estado del hemisferio, sépase su suspensión de la OEA y de sus mecanismos, no le sea aplicable a Venezuela, pues no es posible excluir a quien ya se ha retirado.
Lo anterior ha ido de la mano con el surgimiento de la Comunidad de Estados de Latinoamericanos y Caribeños, promovida por Venezuela, como una alternativa a la OEA y sus estándares de democracia, derechos humanos y transparencia.
Ante esta difícil realidad queda la acción colectiva de ciertos Estados del hemisferio con firmes convicciones democráticas, amparándose en sanciones unilaterales que persigan modificar la conducta del régimen.
Este es un proceso lento, cuya clave radica en que las sanciones sean inteligentes y sostenidas. En respuesta a estas sanciones, el régimen tiene a su disposición la migración como arma geopolítica-diplomática, la cual ya ha sido utilizada por Aleksandr Lukashenko, Víctor Orbán o el propio Daniel Ortega.
También cuentan con los hidrocarburos y con un posicionamiento diplomático importante en grupos como el G77+China y el Movimiento de Países No Alineados. Todo esto sin mencionar su cercana relación con Rusia y la República Popular China, quienes ya han reconocido los comicios y la “victoria” de Maduro.
El verdadero protagonista de esta historia es el pueblo venezolano, que tanto en su patria o como en el extranjero ejerció su derecho a elegir y ser elegidos, derecho que hoy el régimen intenta cercenar. Su movilización pacífica, resistencia y resiliencia serán claves para mantener la acción colectiva de la comunidad internacional.
Las grandes conquistas democráticas ante las autocracias tienden a ser parte de un proceso largo y difícil, pero tal y como nos lo demuestran los ejemplos de Ucrania en 2013-2014 y Guatemala en 2023, con el paso del tiempo, la libertad y la democracia triunfan sobre el despotismo y la opresión, y Venezuela no será la excepción.
*El autor es abogado y profesor de derecho internacional.