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Costura y segundas oportunidades para privados de libertad

13 de septiembre de 2025

En el taller de costura del Centro de Rehabilitación El Renacer, las máquinas de coser no solo unen telas, sino que también tejen historias de esperanza y superación, informó el Ministerio de Gobierno (Mingob) en un comunicado.

Detallaron que entre hilos y patrones, un grupo de 13 privados de libertad, como Santos, un hombre de Veraguas, están descubriendo una nueva pasión y un camino hacia la resocialización.

Santos compartió un sueño que lo motiva a seguir adelante: “Cuando salga de aquí quisiera confeccionarle un vestido a mi madre para que vaya a la iglesia. Sé que se sentirá feliz al ver lo que aprendí en El Renacer”. Este anhelo no es solo una meta personal, sino un símbolo del poder transformador de la capacitación.

Del Mingob revelaron que este curso de Modistería Básica, de 300 horas, es impartido por el Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (Inadeh) y forma parte del Plan Libertad del Ministerio de Gobierno. El objetivo es claro: dotar a los reclusos de conocimientos técnicos y habilidades que les permitan reintegrarse de manera productiva a la sociedad.

La directora de El Renacer, Yoanna Esther Gómez Blizniak, enfatizó que estos programas son más que simples talleres. “Transmiten conocimientos técnicos, generan esperanza y abren puertas hacia una reinserción productiva”, afirmó.

Asimismo, la instructora del Inadeh, Xiomara González, destacó el compromiso de los participantes, quienes ya tenían conocimientos básicos en la confección de bolsas. Ahora, su aprendizaje se ha ampliado a vestuarios típicos, uniformes y otras prendas. “Estas destrezas les permitirán desempeñarse en el mundo de la costura con mayores oportunidades”, señaló.

Las historias de superación se multiplican. Ofelín Virola, de la comarca Ngöbe Buglé, explicó que antes de su reclusión confeccionaba diseños de su cultura “al cálculo”. Ahora, gracias al curso, ha aprendido a medir y confeccionar correctamente, lo que le brinda la confianza necesaria para emprender. Por su parte, Jorge Palma, de 27 años, valora la oportunidad de fortalecer su habilidad en el tejido de mundillo, un arte tradicional que busca preservar. “Es una tradición que se está perdiendo, y ahora sé que con esta habilidad puedo generar ingresos lícitos y aportar a la cultura panameña”, comentó.

El curso culminará el próximo mes con una exposición de los trabajos elaborados por los estudiantes. Esta muestra no solo exhibirá sus creaciones, sino que también servirá como prueba de que dentro de los centros penitenciarios existe talento, disciplina y un profundo deseo de superación.

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