EDITORIAL : No peguen cuento

Mejor ciego el que no quiere ver. La estatal Universidad de Panamá ha sido protagonista de violentas protestas en las últimas décadas, organizadas y protagonizadas por estudiantes que se autoproclaman dirigentes.
La mecánica es cerrar las vías cercanas, levantar barricadas, encender neumáticos y enfrentarse a la policía con bombas y proyectiles caseros.
La moda ahora es cubrirse el rostro. Las autoridades universitarias alegan que se trata de “infiltrados”, pero poco hace para controlar las entradas y salidas, exigir identificaciones y pedir colaboración de las autoridades para garantizar el orden.
La “autonomía universitaria” no puede ser el escudo y excusa para reemplazar el diálogo y la academia por la violencia. Algo tiene que cambiar y dependerá de los que tienen la responsabilidad de dirigir.