Opinión

La intolerancia no tiene cabida

19 de agosto de 2025

En el ITSE, se supone que el conocimiento y la empatía deben caminar de la mano. Sin embargo, la realidad a veces contradice esa idea. El caso de un estudiante con autismo rechazado por parte de sus compañeros evidencia que, incluso en espacios académicos, persisten prejuicios y falta de comprensión.

El autismo no define el valor de una persona, pero sí implica una forma distinta de percibir y procesar el mundo. Esa diferencia, lejos de ser un obstáculo, podría enriquecer la convivencia y el aprendizaje si se abordara con respeto. El problema no es la condición, sino la ignorancia y la impaciencia de quienes no se esfuerzan por entenderla.

Rechazar a alguien por no encajar en patrones sociales es un acto de exclusión que debilita el entorno universitario. La educación superior debería ser un laboratorio de inclusión, no un espacio de intolerancia.

Los seres humanos y sobre todo los profesionales deberían tener la responsabilidad de aprender no solo teorías, sino también valores humanos. El respeto y la empatía son tan esenciales como cualquier conocimiento técnico. Rechazar a una persona por su condición no es solo injusto, es profundamente inhumano.

Contenido Patrocinado
TE PUEDE INTERESAR