Las mascotas también se respetan y se cuidan
Cada fin de año repetimos el mismo ritual: música alta, celebraciones y pirotecnia que ilumina el cielo. Sin embargo, mientras muchos festejan, cientos de mascotas viven horas de angustia que pocas veces se quieren ver. Los estruendos no significan diversión para ellos, sino miedo, desorientación y, en muchos casos, dolor.
He visto cómo perros y gatos tiemblan, se esconden o intentan huir desesperadamente. Algunos no regresan a casa. Otros quedan marcados por un estrés que no se apaga cuando termina la fiesta. Aun así, seguimos justificando la pólvora como parte “normal” de la celebración, ignorando sus consecuencias.
Previo al Año Nuevo, cuidar a las mascotas no debería ser opcional. Es nuestra responsabilidad resguardarlas, crear espacios seguros y acompañarlas durante esas horas críticas. También implica cuestionar prácticas que, aunque tradicionales, causan daño innecesario.
Celebrar no puede ser sinónimo de indiferencia. El respeto hacia los animales habla de quiénes somos como sociedad. Si queremos empezar el año con conciencia y humanidad, debemos hacerlo protegiendo a quienes dependen de nosotros y no pueden defenderse solos. Las mascotas también merecen paz, cuidado y respeto, siempre más.
* Periodista.