No hay caminos para la paz, la paz es el camino
El título de esta columna es inspiración de Mahatma Gandhi, pionero de la filosofía y la estrategia de la no violencia. Excusa para divagar un poco sobre el resultado del plebiscito en Colombia, donde la paz fue pospuesta, en virtud de la alta abstención y el apretado resultado en que se impuso el ‘No’.
Ni la euforia y buena prensa que representó la firma del tratado de paz con las FARC, animó a los colombianos a presentarse en las urnas, para la decisión de voto más importantes en varias décadas. La abstención fue de casi el 60%, entre 7 y 10 puntos porcentuales más que en las elecciones presidenciales de los últimos 4 periodos. El ‘No’ ganó por un pequeño margen, apenas 60 mil votos que representan el 50.22% de los votos escrutados.
No hay peor ciego que el que no quiere ver. Las encuestas, durante el proceso de negociación, arrojaban que más del 80% de los colombianos demandaban que los guerrilleros enfrentaran la justicia. También mostraron la inconformidad con su pase sin restricciones a 10 curules en el Congreso. The Human Rights Watch, se hizo eco destacando: “los criminales de lesa humanidad no pueden ser elegibles políticamente”.
Los guerrilleros, aunque mantienen su voluntad de paz y prometen usar “la palabra como arma de construcción hacia el futuro” alegan que lo pactado tiene un innegable e irrevocable efecto jurídico, mientras el referéndum, un mero efecto político.
No se puede hacer imposiciones al pueblo. La Corte Constitucional emitió un fallo explicando que el plebiscito obliga al presidente a cumplir lo que este ordene con su voto. La falta de un plan B y la supuesta negativa de las FARC por renegociar ponen al país en una situación de incertidumbre.
Aunque la paz es un deseo de todos, las aspiraciones de la guerrilla fueron muy ambiciosas y, a mi parecer, antidemocráticas. No se puede pretender llegar al poder con tanta ventaja, de forma automática, en especial, teniendo a cuestas desapariciones, crímenes, secuestros, extorsión, narcotráfico.
No hay vencedores ni vencidos, nada más el grito desesperado de alcanzar la paz con justicia y equidad, en un terreno de propuestas realistas, consensuadas, peticiones comedidas y la decisión de trabajar juntos por el bien común.
El malestar se acrecienta por no haber considerado a las víctimas ni a la oposición en el proceso y, entre muchas otras cosas, que el gobierno cargara con la indemnización de afectados y desplazados, sin el aporte de la guerrilla más antigua y acaudalada de América.
Los protagonistas puede que no solo carguen con la negación de los votantes sino con la del comité que, esta semana, designa a los ganadores del codiciado premio Nobel de la Paz. Paz que fue parte de un sueño con abrupto despertar.
María Teresa Patiño Amor
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*Comunicadora social.