Nunca deja de ser

El amor de Madre, ese por el que celebramos hoy. Los que la tienen, los que la extrañan, los que quisieron sentirlo, ese sentimiento que para muchos es incondicional y para otros es abrumador.
Podemos decir que ese amor cuando se tiene en algunas ocasiones no se valora.
Si tratamos de definirlos podremos extraer una pequeña parte de 1 Corintios 13: “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue...”.
Y es el momento para hacer un alto y valorar no el amor de nuestra madre sino su presencia, pues aunque por leyes de la vida algún día no estará con nosotros, sabremos que su amor nos acompaña pero no su presencia, su voz, sus abrazos, y todas esos detalles que la hacen irremplazable.