Ricardo Arias Calderón
Con la muerte de Ricardo Arias Calderón se cierra un capítulo de la historia nacional que debe valorarse no solamente por los trágicos acontecimientos padecidos durante la Cruzada Civilista de la que fue principal figura política; sino, sobre todo, por los valores éticos que representó y vivió activamente y en todo momento.
Felizmente para el país, su sólida formación académica lo llevó a optar por un compromiso con la democracia. Se unió al recién fundado Partido Demócrata Cristiano, que dirigió inspirado en la doctrina social católica. Él decidió tomar el camino del servicio y el sacrificio, que era como veía la actividad política. Y en este camino lo acompañó fiel y lealmente, hasta el final, su valerosa esposa, Teresita, ciudadana ejemplar. Ricardo Arias sacrificó voluntariamente el derecho legítimo a encabezar la necesaria alianza para la candidatura presidencial. Sabía qué esperar de Noriega, quien lo respetaba; pero, no sabías qué esperar de algunos de sus aliados.
Pero, así son los grandes hombres. Trabajé cerca de él, en su residencia, centro de las luchas pacíficas planificadas. Allí se manejaba la principal arma pacífica de lucha, el Fax. El recrudecimiento de las luchas incrementó los peligros y causó víctimas. El trabajo del Fax llegó a su fin la tarde de la sangrienta represión del Parque de Santa Ana (10/05/89) Cuando se dirigía a ella, se negó a que lo acompañara. Me dijo, citando la Biblia: “Vamos como reses al matadero”. Así era Ricardo Arias Calderón.
Miguel A Espino Perigault
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*El autor es periodista