Un Jueves Santo en el Mercado de Marisco
Víctor De La Hoz

Eran las 10 de la mañana bajo un fuerte sol con temperatura de 37 o 38 grados. Lo que se vivía en este centro comercial era todo un ambiente de desespero y revulú, por los panameños para ingresan, en medio de un mar de gente, buscando el mejor precio. La lucha grecorromana qué se arma era lo característico e interesante por comprar ese producto del mar preferido para llevar la mesa, y cumplir con esa tradición religiosa en esta Semana Santa.Entre empujones, zancadillas, codazos aquel que llega, es lo que tiene que experimentar e ir adoctrinado para entrar.
La gritería y bullicio de los vendedores de marisco que, desde sus puestos de ventas, promocionan: sus productos, como langostino, camarones “titi”, rojo, el pago rojo, corvina, el marisco mixto, filete de corvina, almejas en cancha, y sin concha etc. es lo que predomina cada año.
El eco que rezumbaba por los gritos de los vendedores y consumidores, era a unos desniveles ensordecedores, y se mezclaban con el fuerte tufillo al olor del marisco. Típico de este ambiente.
En algunos puestos de ventas se observaban a consumidores en un enfrentamiento cara a cara de puja, y repuja, por lograr una rebaja en el precio, o la ñapa, que se conoce como un pequeño regalo que se le solicita al vendedor.
Al ingresar uno se tiene que llenarse de mucho valor y coraje para poder sobrevivir en este ambiente. Es como un juego de Fútbol Americano. También a parecen otros vendedores de utensilios, como ollas para la preparación del marisco. Otros venden limones y verduras, y te dan hasta recetas con indicaciones de un verdadero Chef.
Se venden guacho de marisco mixto. Vimos a una señora empujando un pequeño carrito ofreciendo este platillo. Ella gritaba a todo pulmón “ guacho de marisco fresco caliente, preparado ese mismo día, y que lo garantizada”. Usted podía con confianza.
En las afueras se vivía otro ambiente más convulsionado, y también bullicioso por los panameños que intentaban como conseguir un estacionamiento.
Las unidades policiales del tránsito lograban poner orden.
Todo parecía como que ese día se acabaría el mundo.
Ese sabor criollo y bullero de los panameños es lo que le da vida a una visita al Mercado del Marisco, porque es un combo agrandado con aventura. Ese es el calor caribeño.
Otro ambiente es en los restaurantes que ofrecen Ceviches y comidas criollas preparadas con mariscos. Todo esto se conjura en un solo sitio que hace que se convierta en un “pandemónium “ y en un completo despelote toda esta importante zona comercial. Se pudo observar la visita de muchos turistas extranjeros buscando deleitar los platillos en estos restaurantes.
*Periodista.