El ayuno intermitente ayuda a perder peso sin afectar al sueño ni al bienestar

Una investigación liderada por la Universidad de Granada (UGR) con la Pública de Navarra y el Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber) ha revelado que el ayuno intermitente, que ha señalado que es efectivo para perder peso, «independientemente del horario de alimentación, no muestra cambios significativos en la calidad del sueño, el estado de ánimo y la calidad de vida.
Además, aunque las mujeres tienden a reportar más interrupciones del sueño, mayores niveles de estrés, síntomas de ansiedad o depresión, y una menor calidad de vida percibida que los hombres, el estudio «no encuentra en ellas efectos negativos sobre ninguna de las variables», según ha informado la UGR en una nota de prensa este viernes.
Los hallazgos sugieren que el ayuno intermitente es «una estrategia eficaz para la pérdida de peso, sin efectos adversos aparentes sobre la calidad del sueño o el bienestar general, tanto en hombres como en mujeres y con independencia del horario de alimentación», según recoge Europa Press.
Algunas dietas enfocadas en la pérdida de peso, caso de la restricción calórica, pueden ayudar a reducir el peso corporal y a mejorar ciertos indicadores de salud. Sin embargo, su impacto en aspectos como el sueño, el estado de ánimo o la calidad de vida es, según estos expertos, «variable y depende en gran medida de la intensidad y duración de la restricción»
Mantener este tipo de dieta a largo plazo suele ser difícil, ya que muchas personas abandonan el tratamiento y, con el tiempo, recuperan el peso perdido o incluso ganan más del que tenían inicialmente. Ante estas dificultades, surgen nuevas estrategias nutricionales que buscan ser «más sostenibles y efectivas».
Una de las que ha despertado mayor interés en los últimos años es el ayuno intermitente, que consiste en alternar periodos de alimentación con otras de ayuno, que pueden «durar desde unas pocas horas hasta varios días».
Entre sus distintas modalidades, una de las más estudiadas y practicadas es la que limita el número de horas en las que se puede comer cada día, prolongando así el tiempo de ayuno diario, han apuntado desde la UGR.
Esta modalidad se conoce como restricción horaria de la ingesta de alimentos, del inglés ‘Time-Restricted Eating’ o TRE. En España, la mayoría de las personas toma su primer desayuno entre las 7,00 y las 8,00 horas, y cena entre las 21,00 y las 22,00 horas, lo que supone una ventana de ingesta diaria de aproximadamente doce a 14 horas.
El TRE propone reducir esta ventana a ocho horas, lo que contribuye a «mantener un patrón diario regular de alimentación y ayuno, favoreciendo así la estabilidad de los ritmos biológicos del organismo». Se ha demostrado que comer de forma irregular o en horarios nocturnos puede alterar estos ritmos, retrasando la producción de melatonina –una hormona clave en la regulación del sueño– y, en consecuencia, afectar negativamente la calidad del sueño, el estado de ánimo y la calidad de vida.
Al frente de este trabajo se encuentra el grupo de investigación Profith CTS-977 de la UGR, liderado por el catedrático Jonatan Ruiz Ruiz, en colaboración con el ibs.Granada, y los hospitales universitarios granadinos Clínico San Cecilio y Virgen de las Nieves, junto al grupo de investigación liderado por Idoia Labayen, catedrática en la Universidad Pública de Navarra. También participa los Ciber de Obesidad y de Fragilidad y Envejecimiento Saludable.