Deportes

De Fanny Blankers-Koen a Emma McKeon, los héroes de los Juegos desde 1948 (1ª parte)

15 de julio de 2024

De Fanny Blankers-Koen en Londres a Emma McKeon en Tokio, grandes figuras del deporte han marcado las 19 ediciones de los Juegos Olímpicos de posguerra. Primer capítulo de 1948 a 1968.

Londres-1948: póquer de oros de Blankers-Koen

Tras su primera participación con solo 18 años en los Juegos de Berlín de 1936, Francina Blankers-Koen contaba con un esplendoroso futuro deportivo por delante que, en parte, se vio frustrado por la Segunda Guerra Mundial.

Una vez pasados esos años (1939-45) en que no hubo Juegos, la neerlandesa regresó a las pistas en los Juegos de Londres de 1948.

Algunos dudaban de su éxito por su edad, 31 años, pero Blankers-Koen silenció esas voces ganando cuatro medallas de oro en 100 m, 200 m, 80 m vallas y el relevo 4x100.

Podría haber logrado hasta seis oros si hubiera participado en las pruebas de salto de altura y salto de longitud, en las que poseía el récord del mundo.

Esos éxitos no solo hicieron que la recibieran como una gran estrella cuando regresó a Países Bajos, sino también en 1999 la Federación Internacional de Atletismo la consideró como mejor atleta del siglo XX.

Helsinki-1952: Zatopek brilla en la larga distancia

El checoslovaco Emil Zapotek deslumbró en los Juegos de Helsinki de 1952.

Tras haber vencido cuatro años antes en el 10.000 m, se llevó el título olímpico en la capital finlandesa en el 5.000, 10.000 m y en el maratón.

Pese a correr por primera vez esta famosa prueba de larga distancia, se impuso en ella con hasta dos minutos de diferencia respecto al segundo.

En la historia de los Juegos, ningún otro fondista ha logrado el hito de ganar en la misma edición 5.000 m, 10.000 m y el maratón.

Melbourne-1956: Cuthbert, del 100 al 400

La australiana Betty Cuthbert solo tenía 18 años cuando ganó en los Juegos de Melbourne el 100 y el 200 m, además del 4x100 m en relevos.

Después de triunfar en esa cita en Australia, la atleta se perdió los Juegos de Roma cuatro años después por una lesión, pero volvió a brillar en 1964 en Tokio con su victoria en el 400 m.

La 'Golden Girl' es la única atleta en la historia del olimpismo que se llevó el oro en 100, 200 y 400 m.

Cuatro décadas después de su triplete en Melbourne, reapareció en la ceremonia inaugural de los Juegos de Sídney (Australia) en una silla de ruedas como consecuencia de la ELA, y pasó la llama a la última relevista, Cathy Freeman.

Roma-1960: Bikila, el campeón con los pies descalzos

Casi desconocido hasta los Juegos de Roma de 1960, Abebe Bikila se llevó en esa edición el maratón, ¡a pesar de competir con los pies descalzos!

Acostumbrado a entrenarse de esa manera en los pedregosos senderos de Etiopía, Bikila tenía unos pies muy resistentes y podía correr descalzo sin sufrir dolor.

El éxito de ese hijo de pastores, y miembro de la familia del emperador Haile Selassie, fue posible gracias a la baja por lesión del fondista etíope Warim Biratu que permitió a Bikila clasificarse para los Juegos de Roma.

Cuatro años después, esa vez con zapatillas, el etíope conservó su título olímpico en los Juegos de Tokio.

Murió prematuramente a los 41 años, cuatro años después de sufrir un grave accidente de carretera que le postergó a una silla de ruedas.

Tokio-1964: Geesink, emperador extranjero del judo

El judo debutó como deporte olímpico en los Juegos de Tokio y, curiosamente, no se llevó la medalla de oro un luchador oriundo de Japón, país en el que nació esta disciplina.

El primer campeón olímpico en la disciplina fue el neerlandés Anton Geesink.

Imbatido en Europa desde hacía casi diez años, ese coloso ya había mostrado su carta de presentación en el Mundial de Judo de 1961 en París batiendo a los tres luchadores japoneses.

Geesink venció en la final olímpica al ídolo nipón Akio Kaminaga, lo que provocó una gran decepción en Japón a pesar de que sus luchadores se impusieron en otras tres categorías.

México-1968: Beamon, un salto histórico

El estadounidense Bob Beamon llegó a los Juegos de México de 1968 con un récord del mundo de 8,55 m en la prueba de salto y, aunque era el gran favorito, rompió los pronósticos al llevarse esa prueba con un salto de 8,90 m, es decir, 35 centímetros más alto que su precedente récord del mundo.

Se reunieron todas las condiciones necesarias para esa marca: altitud, mucha humedad, viento favorable justo hasta el límite máximo autorizado (+2 m/s).

"Fue un día fabuloso. Me dije a mí mismo si no estaba soñando", declaró años más tarde el autor de la marca más recordada en unos Juegos Olímpicos.

El récord estuvo vigente durante cerca de 23 años, hasta que el estadounidense Mike Powell saltó 8,95 m en el Mundial de Tokio en 1991... una marca que cumple precisamente 23 años.

Contenido Patrocinado
TE PUEDE INTERESAR