Deportes

Una marea humana para escoltar al pelotón en el Tour de Francia

17 de julio de 2025

El fervor por el ciclismo en su máxima expresión. En el 'recinto' deportivo más extenso del mundo -los miles de kilómetros de carreteras francesas- millones de personas se agolpan en una proporción pocas veces vista para escoltar el paso del pelotón y de la caravana del Tour de Francia.

De las llanuras del norte el primer día en Lille, a las interminables rampas de los Pirineos, pasando por las abruptas rampas del Muro de Bretaña o la colina de Pech David el miércoles, la primera impresión es la misma; gente, y más gente.

Aunque el éxito popular del Tour no es una novedad, esta 112ª edición parece congregar un número aún más elevado de espectadores, una circunstancia quizá influida por el paso de la carrera por dos de las grandes regiones ciclistas de Francia, el norte y la Bretaña.

"Si me dicen cinco veces al día que pocas veces hubo tanta gente, es que tiene que ser verdad. Es la sensación que yo tengo también", confiesa del director de la 'Grande Boucle', Christian Prudhomme.

- "Un público más joven" -

"Creo que el efecto Netflix con la serie ha hecho aún más popular el Tour, pero también con un público más joven, más festivo, lo percibimos", estima el velocista del Arkéa-B&B Arnaud Démare, de 33 años y con una amplia experiencia en el Tour.

El estado de éxtasis permanente reina en los andenes de las carreteras, donde se descubren cada día nuevos aficionados que parecen inmersos en una competición para dilucidar cuál de ellos presenta un disfraz más original, y a la vez estrafalario.

En medio de niños, a menudo acompañados por sus abuelos en este inicio de las vacaciones escolares, se suceden los maillots ciclistas intercalados entre camisetas de equipos de fútbol.

Mientras que algunos acuden a apoyar a los corredores de la región, otros se instalan en su caravana para seguir todo o parte del recorrido, como la familia Pauchet, encontrada en el monte Cassel (norte), y que cuenta con seguir al menos hasta el Mont Ventoux, el próximo martes.

Cada día, el pelotón pasa por delante de aficionados habituales, casi parte inseparable del decorado del Tour, como el emblemático "El Diablo", tridente en mano, barba blanca y gorro con cuernos.

Aunque es difícil cuantificar el público, la empresa organizadora ASO calculó 12 millones de personas el año pasado, y más de un millón sólo en la etapa inaugural de esta edición 2025 en torno a Lille.

"Yo hice el Tour 2022, tengo la impresión de que hay más gente, más medios", estima el corredor del Cofidis Benjamin Thomas.

Un fervor que se traduce también delante de la televisión, con, por ejemplo, 4,5 millones de telespectadores de media durante la etapa del 14 de julio.

- "Exraordinario al 99,9%" -

"Cada vez hay un poco más gente, sobre todo en las subidas cortas, y se ve que el paso es a veces muy estrecho, deberían hacer algo (...) y si hay que meter cinco kilómetros de barrera, que metan cinco kilómetros de barrera", estima 'Chente' García Acosta, director deportivo del Movistar.

Al igual que el año pasado, la empresa organizadora ASO decidió instalar cintas de seguridad para contener al público.

Es "un público extraordinario al 99,9%. Saben lo que no hay que hacer, pero en el momento en que llegan lo corredores, a veces lo olvidan porque se dejan llevar por la euforia, así que es contra eso contra lo que hay que luchar", subrayaba el director Christian Prudhomme antes de la primera etapa.

"En montaña hay más aficionados que están habituados un poco más al mundo del fútbol, así que hay bengalas", oficialmente prohibidas, apunta el corredor francés Anthony Turgis.

"Es bonito, las bengalas me gustan mucho, pero pueden ponerse contra el viento, para que el humo no entre en la carretera, eso nos serviría", prosigue, sonriente.

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