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Ulloa: “Un pueblo que no cuida a sus ancianos, es un pueblo sin alma”

06 de abril de 2025

El arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta hizo un llamado a cuidad a las personas de la tercera edad, durante la homilía del quinto domingo de Cuaresma celebrada en el Hogar Bolívar.

“En nuestra cultura actual, donde muchas veces se valora solo la juventud, la rapidez o la productividad, corremos el riesgo de olvidar a quienes nos precedieron. Pero la fe cristiana nos invita a mirar con ternura y reverencia a nuestros ancianos”, manifestó el sacerdote.

Monseñor resaltó la labor que se realiza en el centro de atención Integral San Juan Pablo II, la casa hogar El Buen Samaritano, las misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta y el Hogar San José, calificando estos espacios de oportunidades para hacer trabajo voluntario, ofrecer apoyo material o simplemente dedicar tiempo a escuchar y acompañar.

“El Papa Francisco nos recuerda que una sociedad que no cuida a sus ancianos, no tiene futuro. Porque los ancianos son nuestras raíces, nuestros valores, nuestro pasado hecho presencia viva”, recalcó Ulloa.

Actualmente, en Panamá hay 563,641 adultos mayores, pero se estima que para el 2030 esto se duplicará, lo que significa que podríamos llegar al millón de adultos mayores. No obstante, las condiciones de vida no son las mejores.

“Una de las mayores preocupaciones de los adultos mayores es la falta de acceso a un sistema de salud integral y de calidad, sobradamente hemos conocido que sus pensiones y jubilaciones ni siquiera la sierven para sobrevivir, y a pesar que por años han solicitado y luchado para que los gobiernos mejoren sus pensiones, esto ha sido en vano. Un pueblo que olvida a sus mayores pierde su identidad, sus raíces y su memoria. Los ancianos son portadores de sabiduría, de historia y de valores que han sido transmitidos de generación en generación. Son quienes han trabajado, luchado y construido lo que hoy disfrutamos” dijo Monseñor.

El sacerdote, agregó que “mientras que una nación que prioriza el cuidado y el apoyo a sus ancianos demuestra un compromiso con la justicia social y el respeto por la experiencia y sabiduría que estos hombres y mujeres han aportado y siguen aportan al país. Tenemos la obligación moral, cristiana y ciudadana de reconocer su dignidad y promover políticas públicas claras que garanticen: Pensiones justas y adecuadas al costo de vida actual; medicamentos baratos y servicios médicos dignos; transporte y movilidad accesible; espacios de recreación, formación y bienestar emocional. No hacer esto es condenar a una muerte lenta a miles de personas mayores, especialmente en zonas alejadas, sin hospitales, sin transporte y sin quien los escuche. Y como cristianos, eso no lo podemos permitir. Además, estas políticas no solo beneficiarán a los ancianos, sino que también ayuda a fortalecer el tejido social y promueve un ambiente de solidaridad intergeneracional”.

Finalmente, expresó : “queridos hermanos, valoremos a nuestros ancianos.. No veamos a nuestros ancianos como una carga, sino como una gracia. Que sus arrugas sean para nosotros sacramentos de sabiduría.Que sus silencios sean una escuela de paciencia. Y que sus historias sean la herencia más rica que podamos recibir. Cuidémoslos con amor, como nos gustaría ser cuidados cuando lleguemos a su edad. Un pueblo que no cuida a sus ancianos, es un pueblo sin alma, que no tiene memoria. Un pueblo que los honra, es un pueblo con esperanza. Como cristianos, estamos llamados a ser testimonio de amor y gratitud. Es el momento de romper con estas actitudes de indiferencia; llegó la hora de que visitemos a nuestros abuelos o a los ancianos de nuestra comunidad; dediquemos tiempo a escucharlos. Con un simple gesto de cariño, una conversación, podemos iluminar, darle sentido y alegría a sus vidas”.

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