EDITORIAL: Del buen periodismo y del que es deplorable

En tono de crítica constructiva, el periodismo ha perdido el rigor que exigen- o demandaban- los cánones académicos, según los cuales los periodistas deben someter cualquier información que procesen a una exhaustiva verificación de los hechos.Era lo que se hacía antes de que las redes sociales disputaran a los medios la primicia noticiosa. El respeto que antaño se observaba respondía, en lo fundamental, a la protección del honor de las personas aludidas y a la credibilidad misma del comunicador, obligado a no incurrir en error alguno que pudiera desacreditar su trabajo. Hoy parece que ha terminado por ganar el apuro sin importar si la verdad queda al pie de página y la inocencia de los demás un valor cada vez más depreciado. Rebasar presunciones y llegar a responsabilidades, porque así se escuchó decir; señalar culpables por seguir el camino de las sospechas fáciles, sin indagar más allá de la profundidad de los párpados, y levantase sobre los tribunales para dictar sentencia mediática sin que siquiera se haya dado un llamado juicio, es lo que hace mucho del periodismo en boga. Práctica triste que deshonra a quienes se hacen periodistas por servir a la verdad, no para devengar salario. Este puede ganarlo cualquiera.