Horrores idiomáticos

Es nefasto escuchar personajes que hacen alarde de sapiencia y se consideran aristócratas intelectuales pero de sus labios escapan expresiones como “entra pa’ dentro” y “sal pa’fuera”.
Además, como parte del sacrilegio lingüístico, cometen errores al decir “aiga” o “en el día de ayer” cuando un simplemente ayer basta; pronuncian bien la palabra tentáculo pero al escribirla omiten la tilde sobre la a.
El país está saturado de sabios en fútbol, política, economía, minería, canal y hasta hechiceros que tienen remedios para sofocar problemas sentimentales.
Además de horrores lingüísticos que con frecuencia escuchamos, prolifera la moda de repartir “bendiciones” y, cualquiera, con pretensiones clericales, al finalizar conversación pone cara de ovalado y se despide otorgando ¡”bendiciones”! Estamos inundados de sabios que nos atiborran de comentarios que, en vez de alegrar y tonificar nuestra existencia, nos sumergen en pesimismos.
Transitamos por senderos emocionales opacados por diferencias políticas y sociales y, en vez de encaminarnos hacia mejores días, al parecer, el esfuerzo de salir del fango de la ignorancia se estancó en una predominante mayoría escasa de anhelos.
Panamá está destinada a ser la nación más poderosas de la región y se logrará cuando nos despojemos de una enfermedad llamada pereza que nos mantiene atada a una epidemia conocida como pobreza y continuaremos sumergidos si no nos embriagamos de coraje y extirpamos obstáculos mentales que constituyen grilletes de nuestro atraso.
Somos un país habitado por despreocupados. La basura nos inunda y alegremente nadamos en ella e incumplimos con el pago de la tasa de aseo; deforestamos, contaminamos ríos y prevalece el pecaminoso bochinche cuyo pernicioso afán es desacreditar a nuestros semejantes.
* Periodista.
Emilio Sinclair
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