Importancia de la primera infancia

Me gustaría comenzar este artículo diciendo que la importancia del desarrollo infantil temprano radica simplemente en que es un derecho que todo ser humano y que esto fuese suficiente para hacerlo un tema de trascendencia para cualquier lector.
No obstante, en un mundo en el que el valor se determina desde la perspectiva del capital, la inmediatez y la ganancia, usualmente se requiere de una explicación un poco más sofisticada para que este tema se acerque a ocupar el lugar que amerita.
La enorme ventaja es que la importancia del desarrollo durante la primera infancia es de tal magnitud, que indistintamente de si lo abordamos desde la perspectiva económica, de salud, de educación, de desarrollo social, de sociología, de antropología y prácticamente desde cualquier otra, su peso será siempre notable.
Cuando nos referimos a la primera infancia estamos hablando de la etapa que va desde que la criatura va en el vientre de su madre hasta los seis años de edad.
Este lapso de tiempo no ha sido seleccionado arbitrariamente; existen suficientes respaldos científico que indican que durante este período se desarrollan la mayoria de las capacidades del cerebro, incidiendo en aspectos que son decisivos en cuanto a las capacidades y habilidades físicas, afectivas, sociales, motoras, de memoria, atención, lenguaje, comunicación, percepción, solución de problemas, organización de ideas, autorreconocimiento y otras, que determinan el modo en que el individuo se relaciona con sí mismo y con el resto de su mundo.
Lo crítico es que se trata de un período irrecuperable: lo que no se desarrolla plenamente antes de los 6 años, es imposible remediarlo después, condicionando al individuo a efectos en cadena que son acumulativos a lo largo del ciclo de vida: bajo rendimiento escolar-baja productividad laboral-menor ingreso-menor bienestar y dificultad para manejar emociones-problemas de conducta-delincuencia y problemas de salud-menor expectativa de vida.
Un desarrollo infantil temprano pleno, requiere de un abordaje integral, que contemple aspectos conocidos como acceso a la salud y una adecuada nutrición desde la gestación, pero también de otros cuya gran relevancia es muchas veces ignorada por padres y cuidadores, tales como las manifestaciones de afecto y la receptividad emocional, el acceso al juego con materiales apropiados, la interacción social, la estimulación del desarrollo cognitivo y de lenguaje mediante la lectura o narración de historias y la garantía de un entorno físico seguro.
Pero propiciar este abordaje integral se hace particularmente difícil para las familias que viven en condiciones de pobreza, situación que dificulta la toma de decisiones enfocadas en el futuro como consecuencia de un presente incierto. Esto trae como consecuencia que los niños y niñas que, sin haberlo escogido, viven en condiciones de pobreza, alcancen un nivel de desarrollo inferior.
De hecho, mientras mayores y más intensas sean las privaciones que sufre un niño o niña durante sus primeros años, menor será el nivel de desarrollo que alcancen, siendo esta una realidad que nos concierne a todos como sociedad. De ahí que la administración ha aumentado el número de CAIPI (antes COIF) en estas áreas.
Esta es la vía más directa para reducir la desigualdad y garantizar un acceso equitativo a las oportunidades, permitiéndole a cada individuo ejercer el derecho de poder elegir la vida que desea vivir, sin que esto esté precondicionado o limitado por su origen.
Lograr igualdad entre nuestros niños y niñas en el punto de partida es posible, pero requiere de esfuerzos mancomunados y constantes entre todos los sectores de nuestra sociedad. Padres y Madres, si desean que sus hijos sean productivos y sanos, lo que hagamos durante la gestación y sus primeros 6 años de vida, es clave.
Por eso, aliméntenlos bien (lactancia los primeros 2 años), enséñeles juegos de memoria y sobretodo dele mucho cariño.
Miguel Antonio Mayo
[email protected] / @mayogastro