Opinión

Lo que sí importa cuando hay hambre cerca

Antonio Mola Davis

27 de octubre de 2025

En un programa televisivo, tuve la oportunidad de escuchar las acciones e inconvenientes del Banco de Alimentos, lo que me llevó a escribir este artículo.

Botar comida útil duele dos veces: al bolsillo y a la conciencia. En un país donde alrededor de 200,000 personas viven aún con hambre o carencia de alimentos (casi 5–6% de la población), cada día de vida útil que se pierde en góndolas y almacenes es una oportunidad menos para alguien que necesita comer hoy.

Primero, despejemos el mito: las fechas no son caprichos. En medicamentos, la fecha es mandato sanitario y se fija con estudios de estabilidad; no se usan vencidos. En alimentos, el rotulado con fecha es obligatorio y distingue entre indicadores de calidad (lo ideal para consumo) y de seguridad (lo que no se debe sobrepasar). Ese marco protege la salud y también ordena las donaciones: hay que donar a tiempo y con trazabilidad.

En Panamá, el Decreto Ejecutivo N.º 4 de 20 de febrero de 2024 reglamenta la Ley 37 de 2014 sobre donación de alimentos, con el MIDES como ente rector y el MINSA como autoridad sanitaria. Traducción práctica: se puede y se debe donar lo apto para consumo, con rótulo legible, empaque íntegro, cadena de frío y registro de lote/fechas; lo vencido no va. Si hay dudas, la palabra final es del MINSA.

El problema real no es la etiqueta: es el tiempo.

Los comercios suelen esperar al último minuto para decidir si liquidan o donan. Cuando por fin deciden donar, “ya no hay margen logístico”: la fecha se viene encima, los bancos de alimentos no alcanzan a clasificar, refrigerar, distribuir y, al final, se pierde todo. No es falta de voluntad; es falta de gestión de inventario con mirada social. Se estima que el valor de los alimentos que se desechan equivale aproximadamente a un millón de balboas cada tres semanas. Es decir

Tres verdades sencillas:

1. Medicamentos: no se donan vencidos. Punto. Requieren licencias y cadena sanitaria.

2. Alimentos: el rótulo es obligatorio; donar antes de que venza es la regla.

3. Confianza pública: si los bancos entregan productos en buen estado, con controles claros, la gente confía y participa más.

¿Por qué insistir en “donar a tiempo”?

Porque cada día cuenta. Los perecederos (lácteos, carnes, comidas preparadas) necesitan horas y frío constante; los semi - perecederos (panadería, frutas, verduras) requieren movilización rápida; y los productos secos/enlatados, aunque más nobles, igual deben llegar con vida útil razonable. El objetivo no es llenar bodegas, sino llenar platos.

Lo que comercio y banco pueden hacer desde mañana:

Comercios y distribuidores

*Semáforo de inventario: cuando un lote entra en amarillo (ej. 10–15 días antes de vencer perecederos; 30–60 días secos), preparar donación.

*Acuerdo marco con banco de alimentos: días fijos de retiro, lista de categorías, temperaturas de entrega y formato de acta (con lote y fechas).

*Rotación social: lo que no sale en góndola a precio social en X días, pasa a donación sin excusas.

*A los que ya lo están haciendo: ¡GRACIAS!

Lo que gana el país

*Menos desperdicio: menos toneladas a vertederos; menos metano.

*Más salud y dignidad: quien recibe, recibe bien.

*Mejor reputación para empresas y cadenas: ciudadanos valoran a quien no desperdicia y sí comparte. Responsabilidad Social.

Llamado final a la acción

*A comercios y fabricantes: conviertan el “casi vencido” en alimentos en la mesa. No esperen al último día. Reserven un porcentaje semanal de su inventario próximo a expirar para donación y coordinen retiros fijos con el banco de alimentos.

*A las autoridades: refuercen campañas de educación sobre el “significado de las fechas” y publiquen “criterios claros por categoría” para acelerar decisiones de donación.

*A la ciudadanía: pregunten en su supermercado si donan lo que está por vencer; apoyen a los bancos de alimentos con “voluntariado, transporte o refrigeración”.

*A los medios y líderes locales: ayuden a contar historias de impacto: cada lote salvado es “comida en un plato” y “un niño con mejor atención en clase”.

Mientras en Panamá “unas 200,000 personas” siguen viviendo con hambre o carencia de alimentos, la respuesta no puede ser botar alimentos aprovechables ni llegar tarde con las donaciones. La solución está en el calendario, en la organización y en la corresponsabilidad. “Donar a tiempo salva comida... y cambia el día de alguien.”

* Comentarista de Opinión.

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