¿Qué estamos criando?
Es inevitable notar una tendencia preocupante en la sociedad moderna: la creciente indiferencia de los jóvenes hacia los adultos mayores, las personas con discapacidad y las mujeres embarazadas.
Un claro ejemplo de esto se vive diariamente en el transporte público, como el Metro o el Metrobús, donde muchas veces los asientos reservados para estos grupos vulnerables son ocupados por personas jóvenes que, lejos de ceder el lugar, permanecen absortas en sus dispositivos móviles o simplemente eligen ignorar su entorno.
Este fenómeno no es exclusivo de un país o una ciudad; parece ser un reflejo de un cambio más profundo en los valores de nuestra sociedad. Nos hemos acostumbrado a ver a personas mayores y embarazadas de pie, luchando por mantener el equilibrio en un vagón lleno, mientras a su alrededor la apatía y la indiferencia reinan.
Es doloroso preguntarnos: ¿qué estamos haciendo mal? La respuesta puede no ser sencilla, pero es claro que la educación en el hogar juega un papel fundamental. La empatía, el respeto por el otro y la solidaridad son valores que deben cultivarse desde la infancia.
Sin embargo, hoy en día parece que el individualismo ha ganado terreno. La tecnología, con su capacidad de mantenernos conectados con el mundo virtual, nos ha desconectado de la realidad que nos rodea.
Los jóvenes, inmersos en sus pantallas, parecen olvidar que a su lado hay una persona que necesita su ayuda, que ceder un asiento no es solo un acto de cortesía, sino una muestra básica de humanidad.
Estamos criando generaciones que, sin duda, son más informadas y tecnológicamente competentes, pero quizás menos conscientes de su responsabilidad social.
La inmediatez con la que accedemos a la información parece haber erosionado la capacidad de esperar, de observar y de cuidar al otro. El “yo primero” se ha convertido en una norma, y con ello, el valor del bien común se ha diluido.
* Periodista.