Responsabilidad mediática
Por formación y convicción soy enemigo de cualquier amenaza contra la libertad de expresión; pero con igual intensidad, rechazo la actitud quienes en forma irresponsable se abrogan ser dueños de la verdad, sin importar que con ello estén asumiendo un supuesto derecho a tergiversar los acontecimientos.
Durante mi experiencia como periodista, he sido testigo de las muchas veces que se ofende a otros y en vez de corregir, como lo haría cualquier caballero, recurrimos a los ya trillados conceptos de que “así pienso y el resto no importa, ni siquiera las consecuencias”.
Las personas, sobre todo los periodistas, debemos investigar para no caer en la desinformación y sobre toda, en la diatriba ni en el insulto. No quedarnos en la actitud aquella de que nos motiva la mejor intención. Eso no es suficiente.
En los tiempos actuales, y más con la alternativa de las redes sociales, muchos caen en el error de la ofensa, sin importar las consecuencias. La obligación de todos, sin excepción, es la de expresarnos con buen juicio.
No podemos asumir la actitud de jueces y verdugos, cuando ese no es el papel de un ciudadano, y menos si no contamos con herramientas válidas como es la verdad. Ese no es un derecho, sino un acto de irresponsabilidad.
Es hora, repito, de asumir deberes en el manejo de la información. Y me refiero a todos sin excepción, ya sean medios de comunicación social tradicionales o las redes sociales.
El tema es más grave si dentro de este contexto, los actores de la política pretenden utilizar estas vías para desacreditar a sus adversarios.
Los ciudadanos debemos comprometernos en la importancia de mejorar la calidad del discurso, lo cual tendría su resonancia en un país de paz y donde todos podamos mantener una convivencia enmarcada en el respeto.
Por supuesto que en la práctica es muy difícil apartarse de intereses y las pasiones personales. Sin embargo, hay que entender que los tiempos cambian. Ojalá así lo entendamos.
Euclides Corro
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* El autor es periodista.
