Opinión

¿Y los países no alineados?

09 de junio de 2022

El mundo transita por una de las peores encrucijadas de su historia. No solo por la trágica guerra entre Rusia y Ucrania, que ya ha superado sus cien días, sino por una suma de conflictos que comprometen, cada día con más rigor, los cimientos de la paz mundial. En tanto que en algunas regiones prevalecen crudos conflictos armados, en otras la movilización casi anárquica de las mayorías empobrecidas o en desacuerdo con los sistemas en que viven, con las desigualdades políticas, económicas y sociales, sumen en caos a un número plural de sociedades.

Contextuadas en un globalismo que cada día se acentúa, pocos son los países que escapan a esta vorágine. Pese a que muchas con las voces que advierten sobre los peligros que acechan al planeta, pocas son las naciones que participan de manera efectiva en la búsqueda de alternativas o la toma de decisiones. Sumergidos en una geopolítica basada en las zonas de influencias, y sustentada en los poderes militar y económico, se impone una especie de nueva guerra fría donde Estados Unión y la Unión Europea, de un lado, China y Rusia del otro monopolizan esa capacidad de decisión, donde se juega, sin embargo, la suerte de mas de siete mil millones de seres humanos.

Basta leer los titulares diarios de los medios de comunicación para percatarse del silencio mayoritario que se impone en las relaciones internacionales. Uno de los organismos de gran protagonismo durante la segunda mitad del siglo XX lo fue el Movimiento de países No alineados, una demarcación a la que apelaban aquellos países que tomaban distancia de los polos de poder de aquellos años. Surgida en 1954, la iniciativa reunió inicialmente a Birmania (ahora Myanmar), Ceylán (posteriormente Sri Lanka), Indonesia y Pakistán con el propósito de crear un frente asiático neutral y en 1961 se constituía oficialmente el movimiento, durante una cumbre realizada en Belgrado, capital de la entonces Yugoeslavia. Fue voz crucial en el ascendente movimiento anticolonial de los años sesenta del siglo pasado, y constructor de una agenda donde se reflejaron demandas y aspiraciones justas de pueblos casi anónimos en el rejuego internacional dominado por las potencias, como el caso concreto de Panamá cuya batalla por el rescate de su soberanía se dejó sentir en la quinta y sexta Cumbre de los No alineados realizadas en Colombo, Sri Lanka y en La Habana, Cuba

.En ambas estuvo presente el entonces jefe de gobierno de Panamá, el general Omar Torrijos. En los No Alineados también encontró eco la lucha africana contra la dominación belga, portuguesa, francesa y alemana; la batalla de pueblos como Vietnam, o la lucha contra la inmoral practica tracista del apartheid africano.

“La importancia y vigencia del Movimiento radican en el hecho de que por primera vez en la historia los países industrializados tuvieron un interlocutor del mundo en desarrollo”.

Hoy pareciera, sin embargo, que esos espacios de debate y lucha carecieran de agenda en aquellas naciones que están en la órbita de las grandes potencias, cediendo a cuatro o cinco estados la suerte de centenares de naciones.

Es como si la mayoría de los países del planeta hubiesen convenido tácitamente, en dejar en manos de las potencias la suerte de un mundo, cada vez más secuestrados por los poderosos. Desde Washington, Londres o Moscú se sigue dictando una agenda planetaria que parece abocarnos al juicio final, con precios para el petróleo, incremento en el costo de los alimentos, rumbo de las cadenas de suministros, tasas de intereses, políticas alimenticias, y hasta pandemias. 


¿Y los países no alineados? ¿Qué responsabilidad compete a sus gobiernos, que visión tienen sus lideres? Los titulares de hoy solo hablan de Joe Biden o Vladimir Putin, e Emanuel Macron O Boris Johnson, sin que se conozca la voz de África, Asia o América Latina. Pareciera que subyacen un acuerdo de transitar sin resistencia hacia catástrofe inevitable, salvos honrosas excepciones de países que en minoría muestran una dignidad en solitario.

Julio Bermúdez Valdés
[email protected]
* Comunicador social. 

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