Opinión

“Yo soy el camino, la verdad y la vida”

Antonio Mola Davis

18 de mayo de 2025

Vivimos tiempos peligrosos para la democracia panameña. Lo que estamos observando en estos días no es simplemente una crisis de gobernabilidad, sino un intento sistemático de ciertos grupos por imponer sus agendas particulares por encima del interés nacional, valiéndose de la manipulación, el caos y la violencia como herramientas de presión.

Muchos de estos líderes se han erigido como los únicos dueños de la moral, dictando desde sus plataformas ideológicas qué está bien y qué está mal, mientras se niegan a aceptar el resultado de un proceso democrático, libre y legítimo. Ciertos actores políticos y sociales buscan socavar la institucionalidad, desprestigiar a las autoridades, y debilitar el Estado de Derecho. En lugar de aportar al diálogo democrático, siembran dudas, desconfianza y hostilidad entre ciudadanos.

Resulta alarmante observar cómo se manipula a sectores de la ciudadanía con narrativas populistas cargadas de resentimiento, frustración y miedo. Se exacerban las emociones, se desvirtúan los hechos, y se promueve una versión distorsionada de la realidad que solo beneficia a quienes desean destruir lo construido para luego erigirse como salvadores. La justicia, en muchos casos, parece actuar como dice la canción de Shakira: “ciega, sorda y muda”... y además, selectiva. Una justicia que el pueblo percibe como justa solo para quienes tienen “chen-chen”.

Sin embargo, hay esperanza. La mayoría del pueblo panameño no desea confrontaciones ni caos. Cree en el trabajo honesto, en la convivencia pacífica, en la educación como motor del desarrollo, y en la construcción de un mejor país basado en la legalidad, el respeto mutuo y la solidaridad.

Es en estos momentos cuando debemos recordar que la verdad no se grita ni se impone: se demuestra con hechos. Que la libertad no consiste en hacer lo que uno quiere, sino en ejercer derechos con responsabilidad. Que la democracia no es un instrumento perfecto, pero sigue siendo el mejor camino para resolver nuestras diferencias sin recurrir al odio ni a la violencia.

Como bien dijo Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Hoy más que nunca, Panamá necesita ciudadanos firmes, líderes responsables y autoridades que inspiren confianza actuando con altura, integridad y transparencia.

No podemos permitir que las voces radicales, las tácticas del miedo o la desinformación nos dividan como nación. A quienes siembran confusión, discordia y odio, recordémosles lo que dijo el Maestro: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Esa afirmación, más que un dogma, es un llamado profundo a actuar con coherencia, con compasión y con visión de país.

No hay futuro sin verdad. No hay democracia sin respeto. No hay nación sin justicia. Y como también está escrito: “La verdad nos hará libres”. Esa libertad, que tanto valoramos, solo se sostiene con ciudadanos comprometidos, críticos, informados y valientes.

Panamá no está perdida. Panamá está a la espera de que sus hijos e hijas defiendan con firmeza, pero con paz, el camino de la verdad y la vida.

* COMENTARISTA DE OPINIÓN

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