En la moda, la era de los creadores estrella llega a su fin

Los nombramientos de Jonathan Anderson en Dior y Matthieu Blazy en Chanel parecen pasar página a la era de los creadores estrella, con perfiles que se centran más en el producto y menos en la puesta en escena.
Poco presentes en los medios y en las redes sociales, ambos creativos han preservado al máximo su vida privada y están en las antípodas de las conocidas figuras que dominaban el panorama de la moda hasta ahora.
Siguiendo su estela, también figuran Glenn Martens, quien tomó el relevo del excéntrico John Galliano en Maison Margiela, Michael Rider, sucesor del influyente Hedi Slimane al frente de Celine, o Pierpaolo Piccioli, quien reemplazó al provocador Demna en Gucci.
“Es un poco como la temporada que recompensa a los buenos alumnos”, dice a AFP Pierre Groppo, redactor jefe de moda y lifestyle de Vanity Fair France.
“Estamos muy lejos de Galliano o Karl Lagerfeld, reconocibles entre todos, que eran realmente entidades por encima de las marcas”, analiza por su parte Adrien Communier, jefe de la sección de moda de GQ France.
La edad de oro de los creadores estrella, en los años 1990 y 2000, vio surgir a directores artísticos que se volvieron tan famosos como las casas que representaban.
Ahora, la moda regresa a los diseñadores al servicio de la firma.
“Valor añadido”
Esta nueva estrategia tiene lugar en un contexto económico menos favorable para el sector del lujo.
Tras varios años de prosperidad pospandemia, la industria de la moda se enfrenta a una ralentización de la demanda, sobre todo en Asia, y a la ofensiva proteccionista de Estados Unidos, que acaba de imponer nuevos aranceles.
“Las marcas buscan crear más valor. Necesitan legitimar su posición recuperando un verdadero valor añadido”, comenta Alice Feillard, directora de compras hombre de Galeries Lafayette.
“Eso es exactamente lo que pide hoy en día el cliente”, continúa. Menos espectáculo y más estilo: “Se hablará de la historia de las marcas, de su experiencia técnica y del producto en sí mismo”.
Discretos pero con experiencia
En este contexto, los nombramientos de Jonathan Anderson y Matthieu Blazy, ambos de 41 años, surgen como decisiones estratégicas.
“Ambos comparten un enfoque basado en la cultura, la técnica y la inteligencia de la confección, con una visión artística inscrita en el largo plazo, no en las modas pasajeras”, explica Sophie Abriat, autora especializada en moda y lujo.
Aunque son relativamente desconocidos para el público en general, su trayectoria habla por sí sola.
El norirlandés Jonathan Anderson, antes de ser nombrado al frente de las líneas masculina, femenina y de alta costura de Dior, ya hizo méritos en el grupo LVMH.
A las riendas de la marca española Loewe en estos últimos 11 años, hizo de ella uno de los mayores éxitos del grupo de lujo. También su propia firma, JW Anderson, alcanzó un buen reconocimiento.
El francobelga Matthieu Blazy contribuyó al nuevo impulso en la popularidad de Bottega Veneta (grupo Kering), de la que fue director artístico entre 2021 y 2024, insuflando audacia al conocido cuero trenzado de la marca italiana.
Son perfiles con experiencia cuyo “objetivo no es tanto revolucionar como tener un discurso coherente, auténtico y fuerte, que resuene tanto en la marca como en la evolución de los consumidores”, subraya Serge Carreira, profesor en Sciences Po París y especialista en la industria del lujo.
Las marcas serán las estrellas, y no los diseñadores, insiste Alice Feillard. “Es algo muy positivo: necesitamos recuperar más creatividad”, añade.
Aunque menos visibles, estos creadores “no están menos expuestos”, estima Sophie Aubriat. “Se espera de ellos no solo una visión creativa sólida, sino también resultados financieros concretos”.