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El Western States 100, un grial estadounidense del ultratrail lleno de mística

28 de junio de 2025

El ultratrail estadounidense de referencia, el Western States 100, cuya 52ª edición arrancó el sábado en el Olympic Valley, es una especie de santo grial reservado a los 369 participantes que buscan una experiencia "mística" en los cálidos senderos del norte de California.

El más antiguo de los "100 millas" (cerca de 161 km) del país es uno de los cuatro grandes ultratrails del mundo, junto a la Hardrock 100, en Colorado, la Diagonal de los locos, en la isla de Reunión, y el ultratrail del Mont Blanc.

Pero si bien el UTMB cuenta con hasta 2.300 participantes en la carrera reina y con 10.000 corredores entre todos sus eventos, la Western se mantiene limitada a 369 participantes, una condición para obtener el permiso de paso en un espacio natural protegido.

Los mejores especialistas pueden clasificarse gracias a uno de los 30 boletos de oro distribuidos a los primeros clasificados en algunas de las carreras del mundo, mientras que otros deben contar con suerte y paciencia en el sorteo anual, un evento en sí mismo que cuenta con 10.000 inscritos y que se transmite en directo.

La probabilidad de ser elegido en el sorteo (cercana al 0,04% en la primera inscripción) se duplica cada año, a condición de completar otro ultratrail que otorga el derecho a participar en el sorteo. En 2025, uno de los participantes logró su plaza luego de 10 años de espera.

- Años de espera para participar -

Otro corredor, Jeff Schacherl, tuvo que esperar cuatro años. Este sólido amateur de Newbury Park cerca de Los Ángeles, que acumula más de 120 km por semana para prepararse a afrontar esta prueba, se considera "bastante afortunado".

"Miles de personas vienen a animarnos, la familia, los amigos o gente a la que simplemente le gusta la historia de la carrera", explica a la AFP, un participante que debería acabar a horas de distancia de los primeros atletas profesionales, que corren a un ritmo medio de 12km/h, reavituallamientos incluidos, durante un poco más de 14 horas.

La historia es precisamente el punto fuerte de este evento, creado luego de que el temerario atleta Gordy Ainsleigh apostara en 1974 que podía terminar en menos de 24 horas corriendo el recorrido de una carrera que estaba reservada entonces a los caballos, y que es ahora una fiesta anual para la comunidad del trail estadounidense.

"Lo logré pero jamás pensé que otras personas querrían intentarlo", declara el pintoresco creador de la prueba, con una sonrisa oculta por su espesa barba blanca.

Los corredores salen antes del amanecer desde el Olympic Valley, ciudad sede de los Juegos Olímpicos de invierno de 1960 (llamado entonces Squaw Valley). Tras subir 2.600 metros de altitud, donde les espera una grandiosa salida del sol, deben atravesar los neveros del macizo de Sierra Nevada, para descender después hacia los cañones a altas temperaturas (cerca de 40º), expuestos a la merced del sol a medio día, y con la esperanza de terminar la carrera en Auburn, sobre la pista de un instituto.

- "Encontrar el equilibrio" -

La historia y el recorrido por senderos dan a la carrera un aspecto "místico", según el experimentado Andy Jones-Wilkins.

"He disputado muchos 100 millas en Utah, en Colorado y el Western no es la carrera más bonita, pero tiene algo especial", dice a la AFP este estadounidense, que asiste al evento desde hace 25 años y que presume orgulloso de su segunda posición en 2005.

La organización de la carrera quiere mantener un equilibrio entre la historia y la modernidad.

Testigo del tiempo que pasa, un patrocinador principal apoya al evento, y por la ciudad deambulan los perfilados cuerpos de atletas, vestidos con los últimos productos de moda en trail, un lucrativo negocio.

Lucrativo excepto para los deportistas: los vencedores de la carrera, masculina y femenina, no ganan ni un solo dólar por su logro, sino un trofeo con la silueta de un puma.

Aquellos que terminen en menos de 24 horas reciben una hebilla de cinturón de plata confeccionada a mano, herencia de las carreras de caballo locales del siglo XX.

De la 29ª a la 30ª hora, la última para ser considerado finalizador de la prueba, la fiesta es total en la línea de meta durante la "hora dorada".

"Mientras haya hueco para los corredores más lentos, la evolución no me supone un problema", añade el pionero Ainsleigh.

Solo los diez mejores se ganan el derecho de volver el año siguiente. Para los demás, vuelta a la lotería.

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