La lucha tradicional india en el barro prospera enraizada en la tierra




Hombres musculosos con taparrabos ajustados que se frotan tierra sagrada perfumada en los muslos y brazos combaten frente a una multitud animada, en una lucha en el barro en India.
"Cuando luchamos, sudamos", cuenta Mauli Jamdade, una estrella de la lucha de 33 años en el estado de Maharashtra, mientras se frota tierra rojiza en el cuerpo.
"El barro nos da agarre y nos ayuda a luchar mejor", agrega.
A diferencia de la lucha convencional disputada en colchonetas con tablas reglamentadas, la lucha india en el barro es más cruda, aunque ha sido el campo de entrenamiento para el éxito olímpico.
Esta modalidad de lucha, denominada "kushti" o "dangal", tiene raíces milenarias pero emergió durante el período de los gobiernos mogoles de la India del siglo XVI, combinando el combate mano a mano con las artes marciales persas.
En este popular disciplina no hay golpes o patadas, sino muchos lanzamientos al piso.
A Jamdade le tomó más de 15 minutos para derrotar a su rival, comenzando con una lenta danza en círculos y luego girando, girando y enlazando brazos, antes de inmovilizarlo.
El combate termina cuando un luchador inmoviliza a su rival contra el barro, sin importar cuánto tarda.
- Del barro a las Olimpiadas -
Luchadores indios, hombres y mujeres, han ganado medallas en los Juegos Olímpicos y de la Mancomunidad en formatos más regulados de la disciplina.
Pero la versión de lucha en el barro es la más popular en zonas rurales, donde los seguidores afirman que no es sólo un espectáculo, sino una tradición que muchos quieren mantener.
El empleado bancario Anil Harale concluyó su carrera de luchador por una lesión de pierna, pero después de su jornada de trabajo, todavía va a luchar en el barro.
"Lo echo de menos", comentó el hombre de 46 años, quien espera que su "sueño incumplido" sea realizado por su hijo adolescente.
El luchador KD Jadhav, bronce en los Juegos Olímpicos de 1952, comenzó su carrera deportiva como luchador en el barro en Kolhapur, estado de Maharashtra.
"Es desde el barro que los luchadores llegan a las Olimpiadas", comentó emocionado el aficionado Sachin Mote durante una velada.
- Barro, leche, aceite -
Kolhapur es una de las principales bases de la disciplina, con sus gimnasios residenciales conocidos como talims.
Jamdade ingresó al talim Gangavesh a los 14 años.
La tierra del gimnasio es mezclada con cúrcuma, yogur y leche, así como hojas de árbol de nimbo y aceite, antes de ser esparcida por el ring.
Para los luchadores, la tierra es sagrada.
"Es todo", sostiene Jamdade. "Sin ella no hay nada".
En el talim entrenan más de 100 luchadores, algunos de 10 años de edad.
Llevan una vida austera. El riguroso entrenamiento incluye desperar antes del amanecer, correr, hacer cientos de flexiones de pecho y trepar por la cuerda.
El tabaco y el alcohol están prohibidos, se restringe el uso del teléfono y las relaciones premaritales son consideradas una distracción.
- "Nunca acabará" -
Para Jamdade, el primer año en el talim fue para ganar peso, y eso es un asunto caro.
"Hay gente que pesa 125, 130 kilos", comentó. "Para luchar con ellos y equiparar su fuerza, necesito pesar al menos 120 kilos".
Por eso, cuando no está en el ring o entrenando, Jamdade se enfoca en comer.
Eso incluye semanalmente al menos cinco kilos de carne de cabra, 70 claras de huevo, 24 manzanas, vegetales y frutas secas.
También bebe al menos 21 litros de leche, 14 litros de jugo de limón dulce y un batido de proteína hecha con almendras, anacardos, miel, cardamomo y leche.
Gasta 350 dólares por mes en comida, pero los premios en efectivo que gana ayudan a su familia, que trabaja en el campo.
Los premios van de algunos centenares de dólares a 1.700 dólares, más que el ingreso promedio anual para una familia campesina en India.
Jamdade cree que las luchas en el barro tienen su futuro asegurado como componente central de las ferias populares, pese al auge de la lucha organizada en colchonetas.
"Las ferias siempre existirán", asegura. "La lucha en el barro nunca acabará".