El Che Guevara y la revolución de los católicos

Sin claudicar al catolicismo, religión que llevo clavado en pensamiento y corazón, hago reflexiones sobre el Dr. Ernesto “Che” Guevara.
Cuando el 1 de enero de 1959, el Movimiento 26 de julio, liderado por el comandante guerrillero Fidel Castro Ruz, ahuyentó del poder al presidente cubano Fulgencio Batista Zaldívar, entre los insurgentes que gloriosos entraron a La Habana, estaba el Dr. Ernesto Guevara de la Serna, médico argentino mejor conocido con el remoquete de “Che”.
Aquel histórico hecho hizo, con el tiempo, que la América Latina, porción territorial donde el hambre es la principal epidemia social, resonara el grito “¡patria o muerte, venceremos!”.
La muerte del Che Guevara en vez de opacar su figura, creó antorchas universales de idealistas rebeldes que desean que la justicia social llegue torrentosa como el caudal de los ríos embravecidos. Pero esto permanece estancado en los pantanos de la vida.
En algunos católicos el espíritu revolucionario del Che Guevara permanece incubado, sin germinar. Son revolucionarios sin apartarse de la doctrina, ni de la fe, ni de los principios que nos legó el Mártir del Gólgota que sería sacrílego compararlo al Che.
El Che se armó para lograr sus objetivos a base de sangre y fuego, pero los católicos debemos emprender una batalla sin pusilanimidad contra el hambre que es un flagelo atroz; la ignorancia, las epidemias de injusticias e intentar sanear las calles de América Latina infestada de niños mendigos.
Urge una batalla para erradicar las mezquindades; extirpar vicios como la pereza que retrasa la productividad económica; el egoísmo en la repartición de los panes y otros danzan alegres en el festival de las maledicencias.
El Che Guevara fue un aventurero que se desplazó por el mundo; incluso vivió un período corto en Panamá , en la casa de la familia Tomlinson en El Ingenio, barriada arrinconada entre las urbanizaciones Villa Cáceres, Betania, Miraflores y Pueblo Nuevo.
Era asmático, estudió medicina, ávido lector, y se presume que su anhelo revolucionario surgió cuando, antes de lucir una boina y colocarse el uniforme verde olivo, visitó un miserable asilo de leprosos donde los recluidos en ese infierno terrenal estaban prácticamente abandonados a su suerte.
Pero a pesar que la lepra ha sido erradicada como enfermedad, todavía en el catolicismo hay leprosos sociales que festinan con la reputación de los demás; irresponsables que incumplen sus labores, oportunistas al acecho para cometer trampas; gente indiferente a las calamidades de los demás, personas que no son hidalgos en las derrotas, discriminadores e ignorantes cuya aridez intelectual es espantosa.
De Cuba hacia Congo y luego su caída en Bolivia
ML | Con el triunfo de la revolución cubana, el Che se desempeñó como presidente del Banco Central y Ministro de Industrias, pero los hechos no satisfacían sus anhelos, por lo tanto, tomó su mochila partió hacia el Congo, África donde combatió.
Después, como idealista sediento de más aventuras, se trasladó a Bolivia donde intenta, en las agrestes montañas de esa nación rumiada por la desesperación social, organizar un movimiento guerrillero, pero fracasó. Fue capturado y fusilado, el 8 de octubre de 1967, en un pueblito llamado “La Higuera”.
Emilio Sinclair
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