EDITORIAL : Eso no está bien

La Universidad de Panamá ha graduado a miles de profesionales. Eso no se puede poner en duda. Igualmente, miles de científicos y pensadores han pasado por sus aulas, son o han sido docentes destacados.
Empero, desde 1990, cuando se estableció un sistema de elección de los rectores y decanos a través del voto “ponderado” de profesores, estudiantes y administrativos, la Universidad de Panamá se convirtió en un circuito electoral más de la política panameña, con la introducción del juega vivo y el clientelismo.
Lo que pareció un mecanismo democrático, permitió que en el campus central y los centros regionales creciera una “casta” que, aunque es una minoría, controla esta institución, con fueros, privilegios y complicidades que a su vez podrían ser actos de corrupción, manipulación, fraude y también peculado.