Juventud: llama viva en la lucha por un país más justo

La juventud panameña, heredera del coraje de generaciones pasadas, se alza hoy como símbolo de esperanza y renovación. Ávida de educación, justicia y oportunidades, sigue el ejemplo de quienes, como en enero de 1964, defendieron con valentía la soberanía nacional. La sangre de mártires como Ascanio Arosemena encendió la lucha que nos llevó al control del Canal de Panamá.
Más allá de las diferencias ideológicas, este tiempo representa una oportunidad dorada para tejer una nueva patria: más justa, más equitativa y más solidaria. Es la juventud la que nos recuerda que el cambio no se logra con violencia, sino con ideas, propuestas y participación activa. Su presencia en las calles, en las universidades y en las redes sociales es una bocanada de aire fresco que oxigena una democracia que no debe morir de desinterés ni de apatía.
Somos todos hijos de esta tierra generosa. Y solo unidos, con el pecho henchido de orgullo y la mente clara en los ideales de justicia y libertad, podremos devolverle a Panamá el brillo que merece. Hoy, la juventud no solo marcha: construye, sueña, exige. Es faro y llama, coraje y ternura. Que su ejemplo nos despierte, que su esperanza nos contagie, y que su voz sea el eco que guíe a toda una nación. ¡Que viva Panamá, y que viva su juventud valiente, que no teme al futuro porque ya está decidida a transformarlo! * Ciudadano.